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El pienso

El PSdeG perdió su gran oportunidad en Ourense, donde los pactos se jugaron en clave autonómica y no local ni provincial

Jesús Vázquez y Jácome, en la cesión del bastón de mando. BRAIS LORENZO (EFE)
photo_camera Jesús Vázquez y Jácome, en la cesión del bastón de mando. BRAIS LORENZO (EFE)

EL ACUERDO final entre el Partido Popular y Democracia Ourensana que envía a Gonzalo Pérez Jácome a la alcaldía de la ciudad de As Burgas supone un balón de oxígeno para el PPdeG, tanto a nivel provincial como sobre todo autonómico. Cerrada la vía de Ciudadanos, a José Manuel Baltar no le queda otra que asumir el riesgo que representa una alianza con Jácome para mantener el control de la Diputación de Ourense. De esta forma, el PSdeG perdió una ocasión histórica para despojar a los populares gallegos de su particular joya de la corona. Porque incluso renqueante, la maquinaria electoral de los Baltar sigue siendo vital para Alberto Núñez Feijóo.

En el socialismo gallego o no quisieron o no supieron medir bien la transcendencia de la operación. El PPdeG salió muy tocado del 28-A y tampoco pudo remontar el vuelo el 26-M. Su panorama de cara a las elecciones de 2020 no es bueno. Pero entre llegar a las autonómicas desahuciado o hacerlo con capacidad para plantar batalla hay una diferencia fundamental: la Diputación de Ourense. Por eso, el juego de pactos en la ciudad y la provincia operó más en clave autonómica que en clave local o provincial.

→ La negociación
La mejor prueba de ello es que en la negociación entre Jácome y Baltar aseguran que uno de los puntos que más fricción generó fue una especie de cláusula o epígrafe en la que los populares exigían a DO no presentarse a las elecciones autonómicas de 2020. Se trata de una maniobra clara del PP para poder capitalizar el voto del partido ourensanista, pero DO no parece dispuesta a regalar su capital electoral. La resolución final del asunto dependerá mucho de cómo evolucionen en los próximos 15 meses los gobiernos local y provincial de Ourense, aunque se da por hecho que entre los traspasos de poder, los repartos de carteras y ponerse al día, tanto Jácome como Baltar conviertan el primer año de sus respectivos mandatos en una suerte de periodo de transición tranquila donde lo más importante será ofrecer una imagen de estabilidad y no cabrear al personal.

En cualquier caso, la evolución del singular Gonzalo Pérez Jácome desde que empezó a ver como real la posibilidad de ser alcalde también merece un análisis detallado. Así, quien espere ver en el futuro regidor de Ourense a aquel personaje que parecía vivir en El show de Truman o en un permanente Gran Hermano con las cámaras de Auria TV a cuestas las 24 horas y enredado en mil y una batallas —desde huevazos a atropellos— quizás se lleve una decepción. El líder de DO ya asumió su nuevo rol. Está más centrado, quiere despojarse de su anterior personaje y enfundarse el nuevo traje de alcalde con el localismo y el ourensanismo por bandera. De parecerse a alguien, se parecerá a Abel Caballero.

→ Cabreados en el PSOE
Mientras tanto, en parte del PSdeG hay cierta decepción por lo ocurrido. Sostienen que Jácome prefería un acuerdo con los socialistas que con Baltar, ya que no es un secreto que su relación con el barón ourensano no es para presumir. Pero poco a poco, Jácome se fue decantando por el PP. Primero, porque tuvo que vencer la resistencia de Rafa Villarino a ceder la alcaldía. El exalcalde de Amoeiro ganó en Ourense con claridad y se sentía legitimado para gobernar, de ahí que no cediese gustoso el bastón a DO. Se llegó a especular con un gobierno rotatorio de dos años cada uno, pero Jácome ya tenía entonces el caramelo de los cuatro años garantizado por el Partido Popular.

Después, cuando Villarino aceptó ceder la alcaldía a cambio de convertirse él en presidente de la Diputación, las reticencias al acuerdo llegaron, según comentan voces autorizadas del socialismo, desde Santiago. Gonzalo Caballero y su equipo no acababan de ver la operación. Todas esas dudas de unos y otros terminaron por espantar a Jácome, que a la espera de la oferta final del PSOE ya tenía cerrado desde mitad de semana un acuerdo e incluso un organigrama con el PP de Baltar. Habia gente del PSdeG cabreada por dejar escapar esta oportunidad. El PPdeG rozó el 40% del voto en Ourense el 26-M. Un apoyo que no se entendería sin la Diputación.

→ La sombra de Baltar padre
Por cierto, que se comenta que fue José Luis Baltar Pumar quien jugó un papel fundamental en la negociación, dado que su relación con Jácome es mejor que la de su hijo. Sea o no cierto, al hablar de pactos electorales siempre conviene rescatar su figura, ya que él siempre tuvo clara la filosofía para alcanzar acuerdos: "O pienso gústalle a todo o mundo; o caso é saber darllo", decía.

Catoira reedita el pacto de Cervo veinte años después

EL BLOQUE aprendió de errores pasados y planteó las negociaciones tras al 26-M de forma inteligente: no se entregó al PSdeG. Así, formó bipartitos donde las urnas le dieron suficiente peso y puso condiciones antaño impensables como cobrarse la cabeza de Argelio Fernández en A Fonsagrada. Sin embargo, la dirección del BNG se ve ahora descolocada por el inesperado pacto PP-BNG en Catoira. Echando la vista atrás, en Cervo, hace justo 20 años, en las municipales de 1999, el edil del BNG Carlos Martínez rompía la férrea disciplina de voto de Beiras y negaba su apoyo al alcalde socialista Roberto Álvarez —con 16 años de gestión a cuestas— para hacer regidor al popular José Insua. El Bloque fulminó al momento a Carlos Martínez, que mantuvo el acta y sostuvo al Ejecutivo del PP todo el mandato. La decisión de la dirección del BNG era más entendible hace 20 años que hoy, con un PP sin tanta hegemonía local y que ya no es el único enemigo del nacionalismo. Más pronto que tarde el Bloque tendrá que rescatar un debate que tiene aparcado desde 2007: el de ser un gran partido nacionalista capaz de pactar a derecha e izquierda.

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