Blog | Marta está harta

A mi hijo se le ha hecho bola esto del instituto

Estamos a una semana de que lleguen las notas de la segunda evaluación y en nada el fin de curso. Y tenemos que tener en cuenta que todas las calificaciones son importantes ya que, tanto las buenas como las malas, muestran cómo llevan nuestros hijos su proceso de maduración personal.

Aunque el hecho de sacar buenas notas no siempre quiere decir que su desarrollo emocional no esconda conflictos personales, lo que realmente preocupa a los padres es el fracaso en los estudios y esta situación es la que hace sufrir tanto a padres como a hijos.

Lo de suspender termina siendo agotador para toda la familia, los padres caemos en un circulo vicioso de gritos y castigos­ y no nos paramos a pensar que es lo que hay detrás de los suspensos de nuestros hijos. Pensamos que lo resolveremos llamando vagos e irresponsables a nuestros hijos, porque es más fácil para los padres pensar que no quieren estudiar, a pensar que pueda haber algún tipo de problema de aprendizaje. Nos alivia más pensar que son vagos y que nos quieren tomar el pelo.

Y yo como madre entiendo esta postura, pero como profesional de la educación siento decirles a esos padres que no hay problema de aprendizaje peor que a un hijo se le meta en la cabeza que no quiere estudiar, porque le parece muy difícil y ha decidido que es demasiado esfuerzo y que no merece la pena. Ya que en estos casos luchamos contra la voluntad de nuestros hijos adolescentes y estos tienen mucha voluntad y mucha energía. De todos modos no debemos tirar la toalla en ningún caso, porque en esa situación la mayoría de estos hijos, que suspenden porque no hacen nada, lo que esperan es ganarnos la batalla por desgaste, conseguir que tiremos la toalla con ellos y que demos por buena su teoría de que es imposible aprobar.

Por ello, después de asegurarnos que detrás de esas malas notas no hay nada grave que les impida estudiar con normalidad, debemos evitar los siguientes errores:

- No debemos recibir las notas como una afrenta personal contra los padres, ya que de esa forma convertimos las notas en una batalla padres–hijos y lo que queremos es que se den cuenta de que las notas son suyas, para su beneficio y que nosotros nos interesamos en ellas por su bien, no por el nuestro, sino seríamos muy egoístas.

- No hay que ponerles etiquetas como vago, torpe, tonto o irresponsable, por un lado estamos trabajando negativamente su autoestima y por otro les estamos dando armas para suspender y es que como son torpes o tontos, es imposible para ellos aprobar.

- Los castigos son a veces eficaces, pero has de plantearlos de la manera correcta, es decir: La mala nota es ya por sí una sanción, el castigo lo que tiene que hacer es ayudar para conseguir mejores resultados.

- No conviene dejar que la situación se prolongue mucho, ya que la autoestima, el placer por aprender y la confianza en sí mismo que aún tienen nuestros hijos pueden perderse aún más.

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