Blog | Marta está harta

Cuidado con lo que prometemos a nuestros hijos

YA HAN llegado a casa las notas de septiembre, más buenas que malas, y es que si trabajas un poco septiembre es un mes agradecido, muy agradecido. Y con las notas llega el momento de cumplir esas promesas que le hemos hecho a nuestros hijos adolescentes, esas promesas que empiezan por un "si apruebas….".

Pues cuidado con lo que se promete, padres del mundo, que a veces se aprueba y si se aprueba y a cambio hay un permiso para una noche de fiesta o un teléfono, pues bueno. Pero si las promesas han sido más sofisticadas e imposibles, entonces se complica la cosa. Hoy en día una de las cosas que más prometen las madres son tatuajes o piercings.

Digamos que el clásico "te compro una moto de los 80" se ha convertido en "te dejo hacer el dichoso tatuaje" y luego vienen los disgustos. Porque una cosa es cuando lo prometes, entonces lo de ver a tu hijo tatuado lo ves muy lejano, hasta piensas que se le pasará. Y otra es ver a tu adolescente tumbado en la camilla del estudio de tattoo, tatuándose no sé que en el costado. Aunque, ¿qué será peor prometer un tatuaje o prometer unas fiestas de San Froilán a tope de botellón y con barra libre de horarios? Esta segunda opción así de primeras nos parece más inocua, pero no lo es y es que si un día, por muy y mucho San Froilán que sea, dejas salir a tu hijo hasta tarde, ya no hay vuelta atrás. Ya has marcado una nueva hora y una nueva regla en la casa.

Yo como educadora, coach educativo y madre recomiendo que no hagamos promesas a nuestros hijos, porque las promesas hay que cumplirlas y si esas promesas rompen con nuestras normas del hogar, pues mal lo estamos haciendo. Además debemos tener en cuenta que con este sistema estamos enseñando a nuestros hijos que lo importante de las notas no es el esfuerzo o el trabajo sino los premios. Y encima les estamos educando en el todo o nada, uno de los mayores errores educativos, porque esto de prometer premio a cambio del éxito total, lo que hace es que a la primera complicación nuestros adolescentes tiren la toalla ya que "el todo" ya no está en sus manos y no aprenderán a intentar remediar las cosas y a tener paciencia para conseguir sus objetivos poco a poco, paso a paso. Y es que la vida es una carrera de fondo, obstáculos y resistencia. Y los padres tenemos que estar para animar cuando se caen, para corregir y para guiar pero no para presionar con premios y chantajes.

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