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Lo normal es lo atractivo

Título: Silk.
Creador: Peter Moffat.
Reparto: Maxine Peake, Rupert Penry Jones, Neil Stuke.
Cadena: BBC.
Calificación: ●●●○○

'Silk' es una’ serie británica de abogados de alto nivel que, mientras llevan casos más o menos peliagudos, pugnan entre ellos para ser mejores, para conseguir ascensos, para tener más poder y más dinero. En un principio, no hay nada especialmente interesante como para pararte a ver los capítulos. Pero, ay, después te engancha un poquito. No es una cosa adictiva, como la comentada ‘Making a murderer’, sino que es, más bien, como que nos mueve el cariño, como que nos nace una empatía tierna por la protagonista y sus compañeros. No posee, esta serie, nada de glamour, no hay nada espectacular que nos invite a plantarnos delante de la pantalla. Pero amigos, lo normal es sexy, también, ¿no? Ya estamos acostumbrados a ese enfoque del audiovisual británico, es muy inglés ese planteamiento de poner en escena a gente común y echar a andar. Al igual que sabemos que en las producciones de época son lo más, no existe nadie que les arrebate ese primer puesto en su maestría para reconstruir paisajes humanos y de los otros, también hemos de tener en cuenta que dominan este tipo de productos, contemporáneos, en los que sus personajes transmiten esa cotidianidad tan fácil de reconocer.

En esta primera temporada, nos presentan a una abogada a la que a veces le toca hacer de fiscal a su pesar, porque el sistema británico tiene esas peculiaridades, y bueno, ella va, y lo hace. Lo hace porque aspira a un cargo importante y las cosas funcionan así. Pero no le gusta, como tampoco le agradan determinados procedimientos o comportamientos o sistemas. No le hacen gracia, pero continúa avanzando. Así que no podemos esperarnos un personaje femenino rompedor, que lucha contra las normas establecidas, que rompe moldes, que atraviesa barreras ideológicas, que marca tendencia. No. Lo que vemos es a una protagonista dispuesta a hacer bien su trabajo, ambiciosa, pero en unos márgenes muy corrientes (no hay cadáveres de por medio), segura de sí misma (aunque sin avasallar), y, en fin, buena gente.

Son esas características, esas cualidades tan sencillitas, tan poco abrumadoras; es ese bajo perfil para un papel que podía ser muy ‘good wife’ o muy ‘damages’; lo que inspira una progresiva adhesión a su historia. Es miniserie, con lo cual, en seis capítulos arreglas y pasas a otra cosa.

No requiere un enorme esfuerzo por nuestra parte, no se sufre ni durante ni después. Es posible dormir bien por las noches. ¿Por qué no es solamente entretenida y ya está? Porque hay algo en esta serie que se convierte en una especie de elogio de la normalidad que acaba resultando atractivo. Acaba ejerciendo una delicada seducción a la que te rindes porque aciertas a entrever brillos, destellos, pinceladas de algo grande, de algo mágico, de algo bueno, de algo especial. Y te das cuenta, al fin y al cabo, de que así somos todos y así vamos atravesando la vida. De un modo, la mayoría de las veces, normal, ordinario, con intervalos instantáneos de belleza infinita o de profunda comprensión o de deslumbramiento absoluto. De esos momentos en los que todas las piezas parecen encajar, aunque no sepamos definir ni piezas ni perfección.

Hay un libro que viene al caso. ‘Elogio de la imperfección’, de Rita Levi Montalcini, esa mujer, neuróloga, premio Nobel, cuya autobiografía es una alabanza a lo imperfecto que hay en nosotros, en los seres humanos. Lo imperfecto como base para el desarrollo, para la mejora, para la esperanza, para seguir y seguir y seguir.

Así que ‘Silk’, esta serie, cuya singularidad es su normalidad, como base para otra y otra y otra. No siempre se necesitan héroes.

Sintiendo la llamada de la TV

'Quiero ser monja'’. En Cuatro. Próximamente. En formato docureality. Hay cinco aspirantes que, en algún momento de su joven existencia, sintieron la llamada. Y mira qué bien que van a la tele a ver si contestan desde allí. Que es todo mucho más íntimo. Ya saben. Más recogido. Es un camino espiritual y audiovisual al mismo tiempo. Individual y colectivo. Hay que modernizarse, que lo de las catacumbas ya fue hace mucho y hoy en día te llaman desde cualquier sitio.

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