Cuando tienes 210.000 millones de dólares en el banco es posible que te queden pocas cosas por hacer en la Tierra. Tal vez por eso el mejor día en la vida de Jeff Bezos, el multimillonario dueño de Amazon, fue el pasado martes, cuando a bordo de una nave en la que lleva invertida una fortuna se dio un paseo de diez minutos por el espacio. A su lado iba a viajar un misterioso personaje que se hizo con el asiento tras pagar 28 millones de euros en una subasta, pero que a última hora se quedó en tierra por problemas de agenda. Por lo visto hay cosas en la vida más importantes que superar la estratosfera. La gente a la que le sobra el dinero siente una extraña atracción por los viajes al espacio. El inglés Richard Branson, el dueño de Virgin, se adelantó dos semanas a Bezos. Y Elon Musk, otro que no sabe qué hacer con sus millones de dólares, lleva tiempo trabajando en un proyecto que lo lleve a ver el planeta desde fuera. Desde aquí abajo seguimos sus andanzas con curiosidad, pero también con la mosca detrás de la oreja. Generalmente, los que tienen más dinero son también los que tienen más información. No me extrañaría nada que lo que estén haciendo sean ensayos para, algún día, fugarse con la pasta.
