El verano en Galicia arranca cuando en las redes sociales alguien llegado desde más allá de Pedrafita protesta tras encontrarse con un cartel en gallego que no es capaz de entender ni con un iphone 12 en el bolsillo. Se monta entonces una discusión tremenda en la que unos prometen que no pisarán esta tierra en su vida y otros lo celebran; unos lo ven como lo más normal del mundo y otros se fijan bien y descubren que comprenden perfectamente lo que pone. Antes los turistas solían quejarse del mal tiempo, de lo mucho que llueve por aquí incluso en verano, pero el caso es que volvían al año siguiente. Hay que pensar entonces que lo seguirán haciendo ahora que se encuentran con extraños mensajes en su camino. Se quejarán en las redes sociales y se lo contarán a sus amigos, pero regresarán. Porque si no es imposible que les pase lo mismo que a la pareja de jóvenes madrileños que se pidió una ración de ostras en un restaurante de Pontevedra y en una de ellas se encontraron con una perla. ¿Saben cómo se llamaba el local? O Bioco. Si hubiesen optado por no entrar al no entender lo que ponía se habrían quedado sin piedra preciosa y sin algo que contar de las cosas que solo pasan en Galicia.
