A veces me preguntó cómo pasará uno el día sabiendo que cuenta con más de 100.000 trabajadores en sus empresas. Y no encuentro respuesta. En otras ocasiones intento imaginar la manera en la que vive el fútbol el presidente de un club que tiene trece copas de Europa y medio mundo pendiente de en qué portería entra la pelota. Y tampoco tengo respuesta. Lo que nunca me había preguntado hasta estos días es qué pasaría si, durante una comida con gente de confianza, grabasen la conversación y después hiciesen público todo lo dicho. Y mira por dónde que para eso sí que tengo respuesta. En eso sí que estaría cerca de Florentino Pérez. Y tengo la sospecha de que la mayoría de la gente también. ¿A que sí? Todos nos sorprendemos al escuchar a quien Butragueño definió como un ser superior despotricando sobre jugadores y entrenadores con los que, al menos ante la opinión pública, tenía una buena relación. Todos censuramos su doble cara y su vocabulario, pero al mismo tiempo afeamos que lo grabasen sin su consentimiento y ahora le hagan esta jugarreta. ¿Es posible que nos dé pena Florentino Pérez porque ha sido engañado? No, lo que nos da es miedo de pensar qué pasaría si nos lo hiciesen a nosotros.
