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Se me han colado

Proc/JFIF/EFE-Calidad:Excelente
photo_camera Una cola, ordenada, del súper. EFE
Se me han colado en la fila del súper. Como lo oyen; en pleno mes de diciembre de 2021, con los televisores del país pringosos de tanto anuncio de buena voluntad y las luces de colores iluminando la ciudad. Vi venir la jugada al observar de reojo cómo dos personas pasaban de largo de la única cola y se dirigían a una caja vacía, pero me confié y lo pagué caro. Contaba con un "vayan pasando en orden", pero la dependienta estaba tan desganada que ni abrió la boca, agarró los productos que tenía delante y empezó a cobrar. Me cambié a la fila sin ley y comencé a mascullar con el único propósito de expandir un poco de sentimiento de culpa. El reloj corría en cámara lenta para quienes me precedían. La tensión se podía palpar en el ambiente. Había perdido, vale, pero buscaba ojos a los que mirar y no los encontraba, solo veía vergüenza. Cuando me encontré cara a cara con la cajera apenas contesté al "buenas tardes", metí las cosas en la bolsa, pagué y me marché de allí derrotado, pero con la conciencia tranquila. Cuando la Navidad llegue a su epicentro podré empacharme de cursilería con la cabeza bien alta. Sé de dos que no. ¿Me servirá de algo? No, como tampoco contarlo, pero es que si no lo hago reviento.

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