Dos cosas me tenían muy preocupado de pequeño: el récord mundial de los 100 metros lisos y los efectos especiales de las películas. El primer registro que recuerdo de la plusmarca del hectómetro fue de 9.93 segundos, una marca que empezó a bajar a un ritmo que mi mente infantil extrapoló a mundos irreales. Si seguimos así, pensé, dentro de 40 años se correrán en 7 segundos. En el fondo sabía que era imposible, pero quién era yo para ponerle freno a la especie humana. Ahora el récord está en 9.58 segundos y en torno a ellos se quedará durante muchos años. Lo de los efectos especiales tiene un final distinto. Mi inquietud radicaba en que, con su continuo avence, llegase un día en que se confundiesen con la realidad, o incluso la superasen. Todo mejoraba; las naves espaciales, los dinosaurios y los monstruos, sobre todo los monstruos, que cada vez se parecían más a nosotros. ¿Adónde vamos a llegar?, me preguntaba. Pues al capítulo final de la primera temporada de una serie llamada ‘The Last of Us’, en el que aparece una jirafa en una escena que recibió un aluvión de críticas por lo cutre que era la creación digital del animal. Y es que claro, la jirafa era real. ¡A quién se le ocurre pudiendo usar un efecto especial!
