Mientras lee esto, en alguna cadena se está emitiendo ¡Qué bello es vivir!, el clásico de Frank Capra que cada 24 de diciembre se cruza en nuestra vida para inyectarnos, o al menos intentarlo, un chute de optimismo. Con esa película pasa como con la Navidad misma. Hay quien la odia, hay quien la ama y hay quien intenta simplemente disfrutar de ella, sin pararse a puntuar su nivel de ñoñería.
Como le pasa al Everest, la Navidad está ahí. En cada uno está la decisión de esquivarla o de ponerse las botas y lanzarse ladera arriba con todas las ganas del mundo. Pero lo cierto es que en estos días apetece pararse en las historias que, como la de ¡Qué bello es vivir!, terminan con una mesa llena de perdices.
La que viene a continuación transcurre en Lugo y tiene como protagonistas a unos chavales que son aficionados del equipo de fútbol de su ciudad, algo que ya casi da para una película de ciencia ficción, y que tienen un sueño y muchas ganas de convertirlo en realidad. Pero hay un problema, siempre hay un problema en este tipo de historias.
Hace tiempo, los miembros de la peña Lugoslavia se propusieron rodar un documental para que lo sucedió otro día 24, el de junio de 2012, no se olvide nunca. Sacando tiempo y dinero de sus propios bolsillos se lanzaron por España adelante para hablar con los protagonistas; con los técnicos y jugadores que consiguieron el ascenso a Segunda División en el Ramón de Carranza, lugar de peregrinaje obligatorio para los fieles rojiblancos desde entonces.
Pero por mucho que Twitter esté lleno de frases que aseguran que la fe y la ilusión mueven montañas, al final siempre es necesario un empujón material, una inyección económica para que los sueños se puedan ver, tocar, sentir... para que se hagan realidad.
Las suelas estaban gastadas de tanto andar en busca de historias de aquel 24 de junio
Los amigos lugoslavos se vieron cerca de la meta y echaron un vistazo a sus zapatos. Las suelas estaban gastadas de tanto andar en busca de historias de aquel 24 de junio, así que decidieron que el camino recorrido no iba a quedarse en polvo. Harían lo que fuera para que su proyecto viera la luz.
Con muchas dudas decidieron iniciar una campaña de crowdfunding (cada vez que tengo que ir a google para ver cómo se escriben estas palabras me siento un poco más cansado) con la que recaudar el dinero necesario para darle forma a todas las emociones registradas. Y aquí fue donde entraron en escena los guionistas de Frank Capra. Aquí fue donde Lugoslavia se encontró con una respuesta que no esperaba. En poco tiempo, los aficionados del Lugo completaron la cantidad necesaria para que el documental vea la luz.
No es habitual que este tipo de iniciativas tengan éxito tan pronto, así que conviene pararse un poco en buscar por qué esta sí. Y la razón, a mi entender, es simple. La idea es muy buena. Los seguidores del Lugo quieren (queremos) que aquel día no se olvide nunca. Siete años navegando por la Segunda División han dado para muchas victorias en el último minuto, para goles imposibles, para porteros con superpoderes, para triunfos ante equipos que en Lugo solo se veían por televisión... para muchas alegrías, pero ninguna como la del penalti de Manu en el Ramón de Carranza aquella primavera de 2012.
Hoy es 24 de diciembre, así que voy a buscar en qué cadena ponen Qué bello es vivir. Ojalá el 24 de junio emitan en algún sitio el documental de los amigos de Lugoslavia. Por cierto, se me olvidaba, se titula Héroes en alusión a los jugadores y técnicos del Lugo que, como en la canción de David Bowie, lo fueron por un día en Cádiz. Con el paso del tiempo lo serán para siempre.
