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Las primeras bicicletas

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photo_camera Un niña pedalea en una de sus primeras bicicletas. XESÚS PONTE
Un chaval esloveno nos ha dejado sin verano. Una semana le ha bastado a Tadej Pogacar para sentenciar el Tour de Francia; así que ya solo nos quedan el sol, las playas, las comilonas, las piscinas, las reuniones con los amigos... las migajas. Asesinó de tal manera la carrera que, tras la etapa, me quedé delante de la televisión con la esperanza de que saliese un detective que descubriese el arma homicida y ordenase que todo empezase de nuevo. Pero no, lo único que pude ver fueron las declaraciones de los ciclistas. Entre ellas la del ganador de etapa, un belga llamado Dylan Teuns que acabó su intervención entre lágrimas porque se acordó de su abuelo, fallecido hace poco. Lo hizo tras bajarse del podio de un Tour que empezó con una caída múltiple provocada por una chica que invadió la calzada con un cartel que quería enseñar a la cámara. En el momento le deseé un millón de males, pero me ablandé al enterarme de que en aquel cartón había escrito un saludo para sus abuelos, fanáticos del Tour, que veían la tele en ese momento con total seguridad. Ayer, tras ver llorar a Teuns, retiré todos los cargos. Igual me equivoco, pero es que me pesa mucho que estén por medio quienes nos regalan las primeras bicicletas.

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