Hay una peli que no quiero ver por si es mala, por si me falla. Me basta con saber que es una comedia de superhéroes en la que hay un hombre invisible que solo lo es cuando nadie lo ve. Si alguien lo mira, deja de serlo. No quiero saber más. Ni el título. ¿Para qué? Hubo un tiempo en que la busqué con idea de reservarle dos horas de mi vida, pero ahora ya no. A veces me veo en medio de conversaciones sobre las series de moda; sus argumentos geniales, sus giros de guiones, sus magistrales interpretaciones e interrumpo para hablar de una comedia de superhéroes en la que hay un hombre invisible que solo lo es cuando nadie lo ve. Suele provocar alguna sonrisa y en ocasiones me preguntan por el título, pero lo hacen solo por educación; les digo que no me acuerdo y vuelven a su mundo fraccionado en capítulos. Confieso que en ocasiones siento curiosidad por saber cómo serán los otros superhéroes de la película. A lo mejor hasta los hay mejores, pero no quiero correr el riesgo. Me basta con lo que sé. El que se quiera aventurar a verla que lo haga, pero eso sí, que sea solo, sin nadie cerca. Y cuando esté cara a cara con la pantalla que se haga la siguiente pregunta: ¿Soy yo también invisible cuando nadie me ve?
