Blog |

El pesimismo que arde

Una ladera quemada en O Courel. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Una ladera quemada en O Courel. VICTORIA RODRÍGUEZ
Lo malo de ser pesimista es que cada día que pasa lo eres más. Desconozco si hay remedio para esto. Supongo que ser optimista, pero eso no tiene cabida en esta columna. Tengo un amigo con el que comparto pasión por el Breogán que antes de cada partido me pregunta por el pronóstico para reírse de mí. Sabe que mi apuesta será por la derrota. "Para ti perdemos hasta con los Generals", me dice. Los Generals son el eterno rival de los Harlem Globetrotters; ya saben, ese equipo de exhibición que siempre gana porque así lo dice el guion. Pero en la vida real no hay nada escrito, siempre cabe la posibilidad de que todo salga mal, y si sale bien, todavía existe la opción de que suene el teléfono. Mi pesimismo va mucho más allá del baloncesto. Lo abarca todo y a veces me pregunto si no estaré caminado al borde de la paranoia, pero es que en ocasiones el destino me da la razón. El otoño pasado, por ejemplo, estuve en O Courel. Hacía mucho que no iba y me maravilló como nunca antes. Contemplando la ladera de una montaña me vino a la cabeza la posibilidad de que un incendio borrase sin piedad todo aquel colorido. Me obligué a pensar que eso no iba a pasar nunca. Y ahora van y ganan los putos Generals.

Comentarios