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Odiemos a los otros

Imagen de una manifestación contra el racismo en Sao Paulo.  ISAAC FONTANA (EFE)
photo_camera Imagen de una manifestación contra el racismo en Sao Paulo. ISAAC FONTANA (EFE)
A raíz de lo sucedido en el estadio del Valencia el pasado domingo con Vinicius el mundo se pregunta si España tiene un problema con el racismo. Lo tiene con el odio. Al fin y al cabo, el racismo es una forma de odio, tal vez la más absurda y asquerosa. El odio lo invade todo. Nos pasamos el día odiando, metidos en una trinchera desde la que despreciamos todo lo que hay enfrente sin pararnos a pensar en lo que tenemos al lado. Y esto no es solo cosa del fútbol. Llevamos dos semanas de campaña electoral en las que lo único que interesa a los políticos es que nos quede claro lo malos que son los otros; que los odiemos. Con eso basta. Para qué perder el tiempo en explicar un programa... «odien a los otros, ¡ódienlos! ¡ódienlos!». Y una vez empachados de odio entramos en las redes sociales, donde nos encontramos con que los de la otra trinchera nos odian. Pero no nos pueden ganar a odio. Nadie puede odiar más que nosotros. Y entonces unos chavales llaman a Vinicius "puto mono". Y los que odiaban al Madrid lo odian ahora más. Y los del Madrid los odian a ellos. Y la gente que alimenta esta situación, la que obtiene algún beneficio, tiene ganada la partida. Porque lo único que despiertan es odio. Más odio.

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