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Miedo a noviembre

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photo_camera Una alfombra de hojas a 1 de diciembre. EP
Algunos viernes entra en casa un estuche para que se afilen las ceras de colores antes de volver al cole. Ese mismo día le recuerdo a su dueño que es una tarea suya, pero no le vuelvo a insistir. En realidad deseo que se olvide y que el trabajo quede en mis manos. Entonces espero a última hora, a la noche del domingo, cuando todos duermen, y llevo a cabo mi ritual. Tumbo un folio en blanco y sobre él saco punta a ese irregular ejército de ceras, unas sin estrenar, otras a punto de desaparecer, que van dejando virutas de infinitos colores hasta iluminar algo tan triste como un domingo por la noche, cuando todos duermen. La tarea, casi un antidepresivo, sienta mejor si se hace en noviembre. Una vez leí que Jacques Anquetil, un bohemio metido a ciclista, odiaba noviembre. "Vaya mierda de mes, seguro que moriré en noviembre", decía. Y murió en noviembre. Desde entonces paso con miedo por ese tramo del calendario y celebro su fin. Este año lo hice con un paseo por el campo durante el cual, de repente, me vi caminando sobre una alfombra de hojas de infinitos colores. No vi suficientes árboles como para explicar tanta belleza. Debe de ser que a noviembre también le gusta espera a última hora.

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