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Más allá de los Pirineos

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photo_camera Protesta en París. ARCHIVO
Estuve en Francia dos veces y en una me coincidió vivir una huelga de trenes. El país estaba casi paralizado y la sensación era de normalidad absoluta; asambleas masivas en las estaciones, comprensión infinita en los viajeros... Solo nos separa de ellos una cadena montañosa que el Tour ha hecho famosa, pero a la hora de protestar es un país que nos lleva tanta ventaja como el maillot amarillo al último de la general. Y ojo, que si tienen que hacer ruido también saben. No hace falta que sea mayo, ni 1968, para que las calles se llenen de ciudadanos que luchan por cosas como la subida del precio del combustible, la injusticia social, la pérdida de poder adquisitivo o el aumento de la edad de jubilación, que allí está en 62 años por los 67 de aquí. Me acordé de mi viaje a Francia cuando vi por las redes sociales el malestar que hay con la nueva tarifa de la luz y las millonarias ganancias de las compañías eléctricas, con todos esos expolíticos en sus consejos de administración. Recordé que hace poco hubo en España hasta manifestaciones en coche y pensé que de esta íbamos a salir a las calles como nuestros vecinos. Pero no. Habrá que esperar a ver si finalmente la Uefa expulsa a Madrid y Barça de la Champions.

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