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Manu Chao y una espina

Manu Chao, durante un concierto en Lugo.  XESÚS PONTE
photo_camera Manu Chao, durante un concierto en Lugo. XESÚS PONTE
Hace mucho, la noche anterior a un examen, un compañero se presentó en mi piso para anunciar que Manu Chao iba a dar un concierto sorpresa en la ciudad. A un lado, los apuntes; al otro, la juventud. El pulso fue intenso y largo, sobre todo largo, tanto que para cuando decidimos quedarnos en casa ya no quedaba tiempo para el último repaso. Toda la vida me he arrepentido de no haber ido a aquel concierto por dos motivos: porque oportunidades para hacer un examen he tenido miles y porque al no ir se convirtió en una noche que hubiese sido perfecta. No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió, sostiene otro artista, andaluz, que se gana la vida con una guitarra. Desde entonces he visto a Manu Chao varias veces en directo, pero siempre con una espina clavada en el talón. Por eso no asistí a ninguno de los shows que ofreció en Lugo esta semana, porque es incómodo bailar con algo así en el zapato. Pero el destino me tenía guardado un final inesperado. Me han regalado un ukelele dedicado por Manu Chao. Por sorpresa, como caído del cariño, y les aseguro que no hay nada mejor para quitar espinas. Que se vayan a tomar viento la nostalgia y el suspenso de aquel puñetero examen.

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