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Llaman al timbre

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photo_camera J.D. Salinger, autor de 'El guardián entre el centeno'
Con catorce años leí ‘El guardián entre el centeno’. Nunca tuve tanto miedo de un libro. Era el favorito del tipo que había matado a John Lennon y me sumergí en aquellas páginas con el temor de regresar a la superficie convertido en un psicópata. Pero no. No es más que una buena historia. Les cuento otra. No está escrita, por eso es cierta. Va de un hombre que llega a casa tras dar por acabado el día y antes de acostarse comprueba los números de la lotería primitiva. «¡Ostiá, los tengo todos!». Al instante, ya multimillonario, llama a su madre, anciana, para contárselo. «Pídeme lo que quieras, mamá». Y mamá repasa su vida en décimas de segundo en busca de una respuesta. «Quiero que metas el dinero en el banco del buen hombre que hace años me ayudó cuando pasé por un mal momento». Muy entrada la noche suena el timbre en la casa de ese buen hombre. Salinger solo quería ser el guardián entre el centeno, John Lennon soñaba con ser una estrella del rock and roll y el mundo entero aspira a llegar a casa algún día y decir: «¡Ostiá, los tengo todos!». Pero esas son otras historias. El protagonista de esta, el bueno, es un hombre que duerme plácidamente cuando, de repente, llaman al timbre.

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