Me repelen quienes aprovechan esta pesadilla para buscar un puñado de votos; también los que se saltan el confinamiento, pero en el fondo los entiendo, contaba con ello. A los listos les va muy bien en este mundo y comprendo que no quieran dejar de serlo por muchos virus que anden sueltos. Ojo, digo listos, que no inteligentes. La gran diferencia que hay entre ambos es que a un listo lo cazas a la primera; el inteligente hasta puede parecer todo lo contrario. Esta época que atravesamos es perfecta para distinguirlos. Piénselo un momento. ¿A que es fácil? A quienes no logro entender es a los que aprovechan la confusión, la incertidumbre, el miedo y la muerte para lanzar bulos a través de las redes sociales. Los listos de los que hablaba antes aún cuentan con sacar algo en limpio, sea un escaño o un paseo con un perro de peluche, pero ¿qué busca el que lanza un mensaje apocalíptico a través del WhatsApp? ¿Provocar un ataque de ansiedad a un anciano que vive solo? ¿Llevar al pánico a quien tiene a un familiar en el hospital? ¿Hacer perder el tiempo a quien informa a un país angustiado? Lo intento, pero no lo entiendo. Lo único que sé es que no son ni listos ni inteligentes, más bien todo lo contrario.
