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El lado de los barbudos

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photo_camera Iván Cruz y Sergi Quintela celebran el triunfo. VICTORIA RODRÍGUEZ
Llevaba mucho tiempo queriendo ver un partido como el de ayer desde el lado de los barbudos. Desde la infancia misma me preguntaba cómo sería eso de ser del equipo de los guerrilleros en un encuentro disputado a vida o muerte. Es algo que arrastro desde que sufrí, cuando era pequeño, y desde la acera contraria, los triunfos de aquella Yugoslavia que, además de ganarte, te dejaba con la sensación de que, si quisieran, te podían cortar después el agua caliente de las duchas. Era una selección que sabía que el partido caería más fácil de su lado si lo endurecía y para ello utilizaba técnicas tales como no afeitarse para dar más miedo al rival. ¿Cómo será ganar así?, me preguntaba... pues no está mal, nada mal, puedo decir desde ayer, desde que vi al Breogán convencido de que el sueño de la ACB solo se mantendría con vida si convertía cada balón en una batalla. Si se hubiese jugado a 33 revoluciones por minutos, probablemente el Granada estaría hoy siendo recibido por las autoridades, pero ayer en el Pazo se jugó a 45, e incluso por momentos a más. El domingo habrá una final y allí estarán los jugadores del Breogán; solo falta saber si saltarán a la cancha bien afeitados.

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