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Hacerse el moderno

Un satisfyer. TWITTER
photo_camera Un satisfyer. TWITTER
Me hago el moderno, pero no puedo evitar sentirme extraño cuando voy a comer a un vegetariano. Lo hago sin problema y hasta disfruto del menú, pero no es mi sitio. Siento que estoy jugando a domicilio. Como el Barça de Messi, que también se lo pasa bien cuando gana a domicilio, pero donde realmente lo goza es en el Camp Nou. Pero insisto en que si tengo que ir voy, como hice ayer con un amigo. Allí nos esperaba una pareja que conozco y una chica a la que no había visto en mi vida. La comida, más allá de alguna que otra cebolla de más, fue un éxito. Menú rico y conversaciones agradables. Con los platos aún en la mesa el tema estrella fue el coronavirus, por supuesto. Cada uno aportó sus anécdota para quitarle hierro al asunto y se creó un clima agradable que me hizo olvidar que estaba jugando a domicilio. El problema llegó con los cafés, cuando la conversación derivó en las características técnicas del Satisfyer, tanto el femenino como el masculino. De repente sentí como me abucheaba el Santiago Bernabéu entero y conocí de primera mano lo que es el miedo escénico. La ignorancia en el tema me llevó a guardar silencio, apuré el café y noté cómo me ayudaba a digerir mi falsa modernidad.

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