El pasado domingo Feijóo y Fraga, como dos protones en un acelerador de partículas, chocaron en Santiago con sus cuartas mayorías absolutas en el bolsillo. Uno salió desde Madrid, el otro desde Os Peares, pero Madrid también está en su recorrido; mejor dicho, no está, aunque parecía que estaba y, aún no se sabe si estará (él asegura que Galicia, Galicia, Galicia) algún día. Madrid, siempre Madrid en el centro de todo, aunque cada cuatro años se aleje un poco más de esta esquina del mapa durante unos días. Entonces la A-6 se dilata y desde la capital tienen que estirar el pescuezo para ver lo que pasa. Pero les cuesta con tanta distancia. Desde la calle Génova, por ejemplo, no alcanzan a distinguir bien los campanarios de la catedral de Santiago. Festejan el triunfo de Feijóo mientras Casado asegura que el discurso de moderación que propone su hombre en Galicia es el mismo que llevan a cabo en Madrid. ¿Cuándo? Desde luego durante esta pandemia no, con una cúpula del PP a la estela de Vox de la que Feijóo se desmarcó desde el primer momento, sabedor de que ese movimiento formaba parte de la campaña electoral. Y ahí está el resultado. Cuarta mayoría absoluta consecutiva mientras desde Madrid estiran el pescuezo.
