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La cola del Valentino

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Miro alrededor y ahí están los de mi generación. Al instante me acuerdo de la canción de Los Rebeldes y del sombrero del cantante... ‘Esta es mi generación’... no puedo impedir que suene en mi cabeza. Me pregunto si será la primera vez que guardo cola con esta gente. Seguro que con alguno esperé pacientemente para entrar en la discoteca Valentino en aquellos domingos en los que repartían los descuentos de colores para la semana siguiente. Intento adivinar las caras que se esconden tras las mascarillas con la esperanza de conocer alguna, pero mi imaginación no es tan poderosa como para traspasar una ffp2. Son los de mi generación, lo sé, pero me siento solo. Tenía la esperanza de que este fuese un día de reencuentros; no digo como para acabar tomando unas cañas, pero qué menos que un rostro familiar con el que hacer cola 35 años después de compartir empujones para entrar en el Valentino. Nada. Seremos de la misma edad, pero parecemos de mundos distintos. Por fin me dicen que pase. Echo una última mirada alrededor y compruebo que sigo solo. Ya estoy dentro. De fondo suenan los Rebeldes y un sanitario me inyecta una dosis de Pfizer. No es domingo, hoy no reparten los descuentos.

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