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Detrás de una curva

Un ciudadano de Sao Paulo pasa por delante de un cartel de Bolsonaro. EFE
photo_camera Un ciudadano de Sao Paulo pasa por delante de un cartel de Bolsonaro. EFE
Muchas noches, volviendo a casa, recuerdo la vez que recorrí ese camino, el de siempre, hacia lo desconocido. Aquel 13 de marzo el viaje finalizaba en casa, pero había algo más allá, un virus, nos decían, que iba a cambiarnos la vida. Para empezar, nos pedían que nos quedásemos encerrados entre nuestras cuatro paredes. El mundo entero, lo de fuera, pasaba a manos del miedo. Por eso recuerdo mucho aquel viaje, porque sabía que estaba entrando en un tiempo turbio, extraño. Tenía la sensación de no saber qué habría detrás de cada curva... ¿un virus? ¿la chica? ¿la muerte misma? Han pasado muchos meses, pero la huella de aquel viaje no se borra. Ni se borrará, supongo. Ahora todo es más llevadero porque la vacuna que iba a tardar un par de años ya está a la vuelta de la esquina. Ahora ya tomo las curvas sin miedo, con respeto, pero sin pánico. Y agradecido a quienes han hecho esto posible, a quienes han hecho su trabajo a pesar de gente como Bolsonaro, que no piensa vacunarse y cree que quien lo haga corre el peligro de transformarse en un caimán. De los ‘Bolsonaros’ también me acuerdo a veces mientras tomo una curva. Y lo que tengo no es miedo; es algo así como ganas de acelerar a fondo.

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