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De camino a Lima

River Plate y Flamengo disputan este sábado en Lima la final de la Copa Libertadores. El equipo argentino busca su quinto título; el brasileño, el segundo. Su único triunfo data de 1981, en un torneo que pasó a la historia por un partido de la primera fase, un 0-0 brutal
flamengo

De camino a Lima me cruzo con un partido de esos que duran para siempre, una de esas leyendas que traspasan los límites del fútbol y se instalan en la tradición popular de un pueblo para pasar de padres a hijos, para provocar discusiones en los bares, para que el fútbol no tenga rival.  Se jugó en Goiás (Brasil) en 1981 y Flamengo y Atlético Mineiro empataron a cero.

Digo de camino a Lima mientras me informo en internet de la final de la Copa Libertadores que este sábado disputarán River Plate y Flamengo en la capital de Perú. Y es ahí, en una pantalla de ordenador donde me encuentro con semejante destello. Es como descubrir un gol nunca visto antes del Maradona de Argentinos Juniors, como si de la nada surge una canción inédita de los Beatles, un cuento escondido de Poe... ¿Cómo puede ser que en Europa no se sepa lo que pasó en Goiás allá por 1981?

El Flamengo, el club más popular de Brasil; por lo tanto, el club más popular del mundo, solo tiene una Copa Libertadores, la que conquistó en 1981. Qué menos que bucear un poco por aquella edición del torneo más importante del fútbol sudamericano; por lo tanto, el más importante del fútbol mundial.

Flamengo y Atlético Mineiro, los mejores equipos del país por entonces, cayeron en el mismo grupo

El Flamengo, el Mengao, llegó a aquella Libertadores después de ganar en 1980 su primer campeonato brasileño. Lo hizo tras superar en una emocionante final (3-2) al Atlético Mineiro. Ahí, en el Maracaná, se empezó a jugar el partido que acabó en Goiás al año siguiente.

Flamengo y Atlético Mineiro, los mejores equipos del país por entonces, cayeron en el mismo grupo de la fase previa junto a los dos grandes del fútbol paraguayo: Cerro Porteño y Olimpia. Solo el campeón accedía a la ronda de semifinales y los dos conjuntos brasileños acabaron empatados a 8 puntos. Los duelos entre ambos registraron el mismo resultado (2-2), así que para decidir quién seguía con vida se disputó un partido de desempate. Sí, en Goiás. El 21 de agosto de 1981.

El estadio Serra Dourada de Goianía, la capital del estado de Goiás, como si supiera lo que se le venía encima, se vistió de gala para la ocasión. Los jardineros, en lugar de realizar el típico corte de césped en horizontal de lado a lado del campo, dieron vía libre al arte que corría por sus venas y dividieron el terreno de juego en cuadrados, dentro de los cuales lucía un círculo. Los distintos tonos convertían aquello en un gigantesto mantel, en una pared empapelada a finales de los 70, en la cortina de baño de Austin Powers. Hay que verlo.

Zico y Júnior (Flamengo) y Toninho Cerezo y Eder (Atlético Mineiro) formaron parte de la gloriosa selección brasileña del Mundial 82

Flamengo y Atlético Mineiro eran dos equipazos. Baste decir que cada uno de ellos aportó dos jugadores a la gloriosa selección del Mundial 82. Zico y Júnior, el conjunto de Río de Janeiro, y Toninho Cerezo y Eder, el de Belo Horizonte. Pero había demasiadas cuentan pendientes como para que aquel día se viese un gran partido. Fue un choque áspero, bronco y a la media hora el árbitro, José Roberto Wright, brasileño, había mostrado cinco amarillas (cuatro para el Atlético Mineiro).

El miedo a perder las riendas del partido llevó al colegiado a llamar a los dos capitanes: Zico y Reinaldo. "El próximo que haga una entrada por detrás se va a la calle", les dijo. A los cinco minutos, Zico avanza con el balón en su campo y Reinaldo le entra duro, de lado, hoy en día podría ser roja, más bien naranja, pero en 1981 es casi una falta del montón. Wright no duda ni un segundo y expulsa al capitán del Atlético Mineiro. Primera trifulca.

Wright está alterado, le quita el balón de las manos a los jugadores para que saquen rápido las faltas, gesticula. Llega poco después una jugada inverosímil. El Atlético Mineiro avanza y el árbitro pita falta a unos 40 metros de la portería del Flamengo. Llega Eder con el balón en su pies y pasa al lado del colegiado, que le roba la pelota para impedir que siga avanzando y gane metros a la hora de tirar la falta. Eder se da la vuelta y tropieza con Wright, que le muestra la tarjeta roja. Segunda trifulca. El acabose.

Los jugadores rodean al árbitro, que se defiende sacando más tarjetas rojas

Eder cae al suelo de rodillas, cierra sus puños, mira al cielo, los suplentes del Atlético Mineiro invaden el mantel psicodélico sobre el que se juega el partido y rodean al árbitro, que se defiende sacando más tarjetas rojas; primero a Chicao, después a Palinha. Centenares de policías forman una valla alrededor del campo cogidos de la mano, como si fueran a bailar una sardana gigante y, por increíble que parezca, las aguas se calman y Wright consigue que el encuentro se reanude.

El Flamengo ataca un tanto avergonzado por hacerlo ante un equipo de siete jugadores hasta que el balón cae en los pies de un defensa del Atlético Mineiro, que lanza la pelota a la grada mientras su portero, Joao Leite, cae al suelo quejándose de un fuerte dolor en una pierna. El árbitro no le cree y no deja entrar a las asistencias, pero no le hacen caso y el meta es atendido. Wright se persona allí para dispersar el tumulto. "Levántese, no tiene usted nada. Como no se levante lo expulso". Joao Leite no se levanta y ve la tarjeta roja. El Atlético Mineiro se queda con seis jugadores y, como dice el reglamento, el partido es suspendido. El Flamengo es declarado ganador y accede al grupo de semifinales, donde consigue el billete para una final que gana ante el Cobreloa chileno.

Es la única Libertadores que luce en la sala de trofeos del Mengao, un título que para sus enemigos tiene una mancha, lo sucedido en Goiás, a lo que se refieren como o maior roubo da históira do futebol. A mí me parece exagerado. Será porque no soy hincha del Atlético Mineiro, pero yo lo dejaría en ‘um jogo de lenda a caminho de Lima’.

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