Guste o no, lo cierto es que el Lugo está firmando esta temporada una trayectoria ‘titánica’; por lo menos en cuanto a su similitud con la que realizó el transatlántico más famoso de todos los tiempos en su primer y único viaje. Ayer mismo, para completar el juego de parecidos, se subió a bordo del Ángel Carro un elemento clave en la historia del buque cuya historia llevó al cine James Cameron: la orquesta.
Cuenta la leyenda que cuando el Titanic se hundía en las heladas aguas de Terranova, con Leonardo di Caprio buscando sitio en una tabla, los músicos seguían tocando. Ayer, mientras el Lugo hacía lo imposible por alcanzar un salvavidas, mientras el Ibiza se agarraba a su cuello con idea de llevárselo consigo al fondo del mar, la charanga tampoco dejaba de sonar.
Nadie sabía de dónde había salido, pero ahí estaba, plantándole cara con su música al despiadado frío del norte y a las heladas y amenazantes aguas del Miño.
Llegan al Ángel Carro rumores de que se acerca un iceberg gigante, capaz de poner fin a una singladura que dura más de diez años. Aún hay tiempo para esquivarlo, pero en caso de hundimiento por lo menos ya sabemos que la charanga no dejará de tocar. Y también que el capitán será el último en abandonar el barco... ¿no?