No se puede quedar uno en los titulares. Para eso ya está Twitter, que permite al individuo vivir en un mundo a su medida; de mentira, pero a su medida. Hay que leer el cuerpo de la noticia, pasar de las letras gordas, aunque a veces cueste. A mí, un montón el otro día cuando me crucé con el siguiente enunciado: "El móvil de Torrent (presidente del Parlament catalán) fue espiado por un programa que solo se vende a gobiernos". Tardé un buen rato en dejar de lado el titular; el que pasé jugando con él como si fuese una muñeca matrioska. Una lluvia de alternativas encharcó mi mente: "Una empresa vende a gobiernos programas de espionaje"... "Los gobiernos compran programas exclusivos de espionaje"... "Usted nunca podrá optar a un programa de espionaje como los que manejan los gobiernos". A lo mejor estoy equivocado, pero creo que los tres caben en el original. Empapado, me armé de valor y seguí leyendo. Al parecer son programas destinados a combatir el crimen, e Interior, Policía y Guardia Civil aseguran que el que espió a Torrent no está en su catálogo, lo cual no sé si me tranquiliza o todo lo contrario. Cruel paradoja. Para saber quién ha sido solo nos queda estar atentos a los titulares.
