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Alguna faltilla

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El otro día mantuve una conversación por WhatsApp con una de esas personas que escriben con el esmero que solo se dedica a las cartas de amor. Que se esfuerzan para que no falte nada; ni una tilde, ni una mayúscula, ni una coma, ni una letra. Cada vez que participo en una charla así me siento halagado, importante, e intento estar a la altura. Me pongo serio, acentúo, repaso, dudo antes de darle al botón de enviar... pero al cabo de un rato el siglo XXI me puede y acabo colando una faltilla de ortografía o una abreviatura inventada. Así sucedió esta vez de la que hablo. Al momento me sentí mal y recé para que el otro lado se pasase también al oscuro. Pero no. Lo intenté solucionar con unas cuantas bromas, escribí rápido y metí puntos y aparte para que la mancha desapareciese de la pantalla.  Seguimos hablando un buen rato, pero ya no era lo mismo. Había fallado. La batería se agotaba y el teléfono cada vez estaba más frío. Advertí con delicadeza que la conversación llegaba a su fin y, por última vez, soñé con recibir alguna falta con la que igualar la partida. Pero nada. La perfección incluyó la despedida. Hasta punto final me puso. Me cuesta entender a esta gente... Espera. ¿No sería una carta de amor?