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Un abuso de la estadística

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Como le pasa a Trump, yo también renegué del resultado de unas elecciones. Fue nada más llegar al instituto cuando, sin saber por qué, la clase me escogió como delegado. Y encima en un año de protesta contra la Logse. Recuerdo aquella legislatura como un infierno de reuniones y huelgas, tanto que al año siguiente, desde el primer minuto, dejé claro que no quería formar parte del proceso electoral, que me borraba del sistema, porque si entras en él no te queda otra que aceptar las normas. Lo repugnante es no asumir un resultado cuando no te conviene, y menos si pierdes. Decía Jorge Luis Borges que la democracia es simplemente un abuso de la estadística; puedes estar de acuerdo o no, pero si te presentas a unas elecciones tiene que ser hasta el pitido final, incluida la prórroga, y si sales elegido delegado de curso, apechugar con ello. ¿Cómo puede pedir alguien que ha sido elegido en una votación que se detenga un escrutinio? ¿Es este el futuro que nos espera? ¿Políticos anunciando que si no ganan es porque las elecciones son fraudulentas? ¿Rebaños de borregos llamando a las armas en las redes sociales? ¿Crispación? ¿Miedo? Sigamos retorciendo la democracia y acabará convertida en un abuso. Sin estadística.

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