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Piropos para nuestros vinos

Nadie discute la calidad de los caldos amparados por la denominación Ribeira Sacra

Asistentes al Festival do Viño celebrado en Monforte el pasado fin de semana. TOÑO PARGA
photo_camera Asistentes al Festival do Viño celebrado en Monforte el pasado fin de semana. TOÑO PARGA

EL FESTIVAL do Viño da Ribeira Sacra que se celebró en Monforte el pasado fin de semana fue todo un éxito de participación tanto a nivel profesional como de público. A la cita acudieron 25 bodegas de las distintas subzonas de la denominación de origen y por ella pasaron, según la organización, 15.000 personas, una cifra más que aceptable, como el entorno en el que tuvo lugar el encuentro, a orillas del río Cabe, en el Paseo do Malecón de Monforte. Allí se pudieron degustar excelentes caldos, esos que elogian los expertos, como Víctor Cortizo Fontán, representante de la Asociación Gallega de Enólogos. Este catador señala que los tintos tienen alma propia en la Ribeira Sacra, que los elaborados con uva mencía se salen de la estandarización gracias a disponer de mucha identidad propia, muy ligados al territorio.

Y es que los vinos de esta zona, señala, Cortizo, se defienden solos, no necesitan imitar a ninguno de cualquier otra denominación de origen gracias a un potencial brutal y al obtenerse de una variedad de uva tan arraigada que brota en un terreno ideal para producir caldos de alta calidad. Los que se acercan a la Ribeira Sacra desde otras regiones de España se quedan asombrados y nos echan unos piropos de esos que hacen que a uno se le ruborice el rostro al no esperar un halago de tal magnitud. Es el caso de Francisco Sauco Sánchez-Casas, presidente de la Academia Extremeña de Gastronomía, presidente del Foro de Academias Autonómicas de Gastronomía y académico numerario de la Real Academia de Gastronomía. Indica que sería bueno enseñar en otras denominaciones cómo se cuida y elabora aquí el vino. A su juicio esas otras denominaciones tienen mucho que aprender de los maestros bodegueros que hay en esta zona.

Gracias a su trabajo no es de extrañar que Ana María Martín Abild, sumiller por la Escuela Española de Cata, y de Wine & Spirit Education Trust, también nos piropee. Señala que sigue mucho lo que sucede a nivel internacional dentro del mundo del vino y que en Estados Unidos se habla mucho de los caldos de la Ribeira Sacra y de Canarias, algo que a su juicio resulta muy interesante desde el punto de vista comercial. Lo que está claro es que si no hubiese calidad nadie pondría los ojos en nuestros vinos, y menos aún el mercado exterior, siempre tan exigente. Hasta llegar a este punto se ha trabajado intensamente desde que en el año 1993 se aprobó el reglamento Viños da Terra, aunque el despegue definitivo y progresivo se produjo en 1996 con la aprobación definitiva de la denominación de origen. El único camino que le queda hoy a una comunidad de productores es la profesionalización de la gestión, regla sagrada para competir con acierto en los mercados.

Todo ello lo resume a la perfección el escritor Lois Diéguez, quien no duda en manifestar que el vino, con el trabajo constante, la investigación y el cuidado para mantener la personalidad propia, siempre mejora. «Tenemos que procurar productos naturales frente al artificio que a veces se intenta introducir. En la Ribeira Sacra se trabaja con ansia, creyendo en lo que se hace y eso acaba por darle al vino sabor, color, y aroma propios. Los vinos de Ribeira Sacra rezuman de esa tierra característica que tenemos y de ella cogen esa alegría en el paladar, que se llena de perfumes a manzana, a regaliz, a cereza o a hierba seca». Va incluso más allá cuando indica que sin el vino la Ribeira sería diferente, ya no tendría colorido, sería más triste. « Los que nacimos y nos criamos aquí sabemos que el vino es la sangre de esta tierra», asevera. Tras leer estas reflexiones no hay otra opción más que suscribirlas. Los viticultores han sido los verdaderos artífices de que la Ribeira Sacra sea lo que es y aspire a ser Patrimonio de la Humanidad.

El Sil, en O Barco, padece una invasión de plantas acuáticas

Las plantas acuáticas que se multiplican en el río Cabe a su paso por el centro urbano, entre el puente medieval y el parque de Os Condes, causan una muy mala imagen. El río parece sucio y nadie hace nada para buscar una solución a un problemas, a mi juicio de importante magnitud, que se repite todos los veranos desde hace cuatro años. Antes de este tiempo, el cauce, aunque con el agua embalsada, parecía limpio y hasta se celebraba una prueba deportiva, el descenso a nado del Cabe. Esta se dejó de hacer por las plantas acuáticas y la suciedad que retienen. En O Barco de Valdeorras (Ourense) tienen un problema similar al de Monforte en el río Sil, pero en este caso el Ayuntamiento ha decidido coger el toro por los cuernos. Ha convocado a los vecinos para que de forma voluntaria se reúnan hoy domingo para llevar a cabo una limpieza del cauce, que consistirá en la retirada de las plantas acuáticas que infestan el Sil dando una pésima imagen, como la que tiene el río Cabe.

Los catamaranes cuelgan el cartel de lleno total

En esta sección he aludido en varias ocasiones al despegue del sector turístico en la Ribeira Sacra. Nuestro territorio, desde que se comenzó a hablar de él como posible Patrimonio de la Humanidad, se ha puesto de moda y cada vez son más las personas que se acercan para conocer lo que atesoramos. Prueba de ello son los viajes en catamarán, uno de los principales reclamos y el que más expectación causa entre los turistas. Según los datos facilitados por la Diputación de Lugo, en el mes de junio del 2018 se movieron en estos pequeños barcos un total de 6.965 viajeros. De esa cifra 5.695 navegaron por el Sil y los 1.270 restantes recurrieron a las embarcaciones del Miño. Este año, también en el mes de junio, la cifra total de viajeros llegó a los 8.017. De esa cantidad, 6.237 lo hicieron por el Sil y 1.780 por el Miño. Aún queda mucho verano por delante y a buen seguro que los números de julio, agosto y septiembre serán realmente espectaculares.

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