Blog | El periscopio

El manual del buen político

EN LAS sociedades regidas por una lógica clientelista, como la nuestra, los niveles de protesta tienden a ser más bien escasos. El individuo acepta las situaciones injustas porque se ha acostumbrado tanto a ellas y no entiende que hay fórmulas para exigir a los gobernantes, a los políticos, soluciones a los problemas que padece.

Esto viene al hilo de lo que sucede en Monforte, en las calles de Monforte. Hay tres travesías competencia de la Xunta en pleno centro de la ciudad que presentan un estado deplorable sin que la Administración gallega, y, más concretamente, aquellos que participan en ella y conocen de primera mano el problema, hagan lo más mínimo para erradicarlo. Pero ya se sabe que el manual del buen político dice que hay que acatar la línea que le marque su partido sin rechistar, no tener opinión propia ni preocupaciones éticas.

Para llorar, y no de risa, es ver como se encuentra un tramo de la Avenida de Galicia, repleto de baches que se llenan de agua que luego los coches, en su transitar, esparcen democráticamente entre la ciudadanía. Lo digo porque las salpicaduras de agua embarrada llegan a los pantalones y faldas de todos los que pasan por la acera paralela a los socavones. También es para llorar, y no de risa, ver como los propietarios de un establecimiento de hostelería y de otro de ropa deportiva pasan más tiempo limpiando las puertas de entrada a sus locales y sus escaparates que atendiendo a los indignados clientes que antes de entrar en los negocios ya han recibido su particular baño de democracia.

Varias calles de Monforte están totalmente desatendidas ante la pasividad administrativa

Cuando días atrás leí una nota de prensa del grupo popular en la Diputación de Lugo me acorde de Kafka y de sus relatos. Los del PP urgían al gobierno de esta institución a que acondicionase dos carreteras de su competencia en el municipio monfortino por estar en mal estado, y cito textualmente, «facéndose eco das queixas que teñen trasladado os veciños a través da voceira dos populares en Monforte», olvidándose, obviando, no sé si intencionadamente, que también hay quejas, y no pocas, por el estado de, por ejemplo, la Avenida de Galicia. Pero claro, los del PP cargan contra la Diputación porque está en manos de socialistas y nacionalistas. Son de otro color político, y eso, señores, es determinante, tiene su peso. Por el contrario, las calles de la ciudad del Cabe son competencia de la Xunta, del gobierno del PP y, como se dice en el manual del buen político, hay que tener claro que uno se debe al partido, no a los ciudadanos; y que el político de turno siempre tiene que hacer lo que convenga a su partido, no lo que él cree que necesitan los ciudadanos. ¿Es kafkiano o no es kafkiano?. No, diría que es el día a día del quehacer político nuestro, al que ya estamos tan acostumbrados que no somos capaces de levantar un poco la voz para exigir lo que es de justicia, una bonita palabra que muchas veces se ve casi desnuda de contenido en estos tiempos que nos ha tocado vivir.

Discúlpenme. Al verter tanta pasión en esta crónica me he olvidado de una obviedad, y es que estamos en periodo electoral y eso, señores, pesa y mucho.

No sería descabellado pensar que cualquier día antes del 24 de mayo apareciesen unas máquinas para esparcir aglomerado asfáltico en caliente en las calles del centro de la ciudad del Cabe para que tal desatención de las calzadas no pase factura en las urnas.

Les recomendaría a los que encarguen el asfalto que soliciten una cantidad generosa, sobre todo para tapar un enorme socavón existente en la margen izquierda de la Rúa Escultor Francisco Moure.

Lleva tanto tiempo ahí ese enorme agujero que los vecinos han decidido utilizarlo como contenedor de bolsas de basura. Sí, como lo oyen. ¿Será, quizá, una medida pasiva de protesta del vecindario ante una situación injusta que se prolonga demasiado en el tiempo?.

Por lo que se puede intuir, la autovía A-76 va para largo

Los alcaldes de Monforte, O Barco de Valdeorras y Ponferrada, que representan a la comisión que apoya la construcción de la autovía A-76 entre El Bierzo y Ourense, regresaron de su reunión en Madrid con responsables del Ministerio de Fomento con un sabor agridulce. Supieron que el ministerio tiene previsto redactar el proyecto constructivo de dos pequeños tramos de esta vía de alta capacidad, de poco más de 15 kilómetros de longitud, en la zona leonesa y en la comarca ourensana de O Barco. Es normal si tenemos en cuenta que se trata de los trayectos con mayor densidad de tráfico y la salida hacia la meseta de la pizarra valdeorrense.

Escribí en el párrafo de arriba lo del sabor agridulce porque estos alcaldes se dieron cuenta de que la ejecución del proyecto va para largo. Han constatado que se tardarán años en hacer esos 15 kilómetros, por lo que intuyen que el resto del trazado tardará décadas en ejecutarse. O sea, como ya tengo dicho más de una vez, no sé si tal autovía la verán mis nietos, si llego a tenerlos.

Diez millones para eliminar barreras arquitectónicas

Un servidor no va a ser quien discuta las cifras aportadas este miércoles por el equipo de gobierno de Monforte, en manos del BNG, cuando aseguró que en sus doce años al frente del Ayuntamiento ejecutó labores tendentes a la eliminación de barreras arquitectónicas en la ciudad que supusieron una inversión de diez millones de euros, sí, diez millones de euros. De los diferentes programas ejecutados a lo largo de este tiempo se beneficiaron, dijeron los nacionalistas, los residentes de 30 calles y todos aquellos que alguna vez las transitan.

Independientemente de si fueron diez, ocho, cinco o menos millones, lo que está claro, es visible y constatable, es que la ciudad es mucho más accesible que una década atrás, aunque queden cosas por hacer, como las 15 actuaciones que comenzarán en breve en ocho calles y otras que, se supone, se acometerán poco a poco a lo largo de los próximos años, pues una localidad sin barreras es agradable para todos.

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