Blog | El periscopio

Adoquín o chapapote

                                  El asfaltado de la calle de A Compañía ha generado una viva polémica en Monforte

REGRESA UNO DE unas cortas vacaciones y se encuentra con una polémica en la calle y en las redes sociales a cuenta del asfaltado que la Consellería de Infraestruturas ha realizado en la calzada de A Compañía, frente al colegio del Cardenal, seña de identidad de Monforte.

El caso es que la vía siempre estuvo adoquinada, pero llegan los de Infraestruturas y, quizá pensando que se trata de un solado demodé, consideran que lo suyo, como mandan los cánones actuales, es una buena capa de aglomerado asfáltico en caliente. Donde esté el alquitrán, que se quite la piedra.

Y aquí es cuando surge la división de opiniones. Unos creen que debería haberse respetado el adoquinado en un lugar emblemático de la ciudad, protegido por un plan especial desde hace más de dos décadas. Otros, por el contrario, aplauden la acción al estar convencidos de que ha quedado muy bien para todos los que van en automóvil, no teniendo que sufrir los traqueteos que causaba el adoquín, en algunos puntos de esta zona ligeramente hundido.

Llegados a este punto es el momento de ir por partes. Aparte del mal gusto que ha demostrado la consellería de turno llama la atención que en este asunto no haya dicho ni mu la Dirección Xeral de Patrimonio, siempre ella tan atenta a impedir desmanes en zonas de interés artístico o patrimonial.

Puede que alguno piense que en este caso, el del asfaltado que concierne a una calle, esta dirección xeral no tiene competencias, de ahí su silencio; pero puedo decir sin mucho temor a equivocarme que no es así. Me baso para ello en lo sucedido años atrás en la Rúa Carude de Monforte, donde el equipo de gobierno del nacionalista Severino Rodríguez se puso manos a la obra para renovar las aceras con el fin de que fuesen más accesibles para personas con discapacidad. Cuando se iba a proceder a colocar las típicas baldosas Patrimonio paró los trabajos, exigiendo que el solado fuese de piedra. No quedó otra, por lo que se reformó el proyecto para inyectarle el dinero suficiente para cubrir el sobrecoste que suponía cambiar los baldosines por losas de granito.

En esta misma calle, un vecino pidió permiso para levantar 20 centímetros el tejado de una pequeña casa, de las típicas de este antiguo barrio monfortino , que estaba restaurando. Como respuesta recibió un no rotundo desde Patrimonio.

Con estos ejemplos quiero dar a entender que esta dirección xeral, si hubiese querido, hubiese tenido mucho que decir en esto del asfaltado de la calle de A Compañía.

Como dijo días atrás el alcalde monfortino, el socialista José Tomé, lo lógico, si Infraestruturas quería arreglar la vía, hubiese sido actuar en aquellas zonas de la vía donde el adoquín estaba hundido, pues, como muchas otras personas, el regidor considera que el empedrado era más idóneo que el chapapote en una zona de alto valor patrimonial.

Así se lo comunicó Tomé a los de Infraestruturas, que decidieron no atender su consejo y a la vez solicitud, procediendo a la aplicación del aglomerado asfáltico en una calle que en realidad forma parte de una travesía que es competencia de la Xunta de Galicia y sobre la que el Ayuntamiento no tiene potestad alguna.

Infraestruturas ha conocido la polémica que ha generado su intervención y para quitarle hierro al asunto vino a decir, más o menos, que era la mejor opción posible para tapar las zonas en las que el adoquín se había hundido, además de indicar que este ya se encontraba tapado en algunos puntos con cemento.

No sé ustedes, pero yo soy de la opinión de que la zona de A Compañía se merecía la calzada de adoquín, que la consellería debería haber tenido más sensibilidad y que Patrimonio debería decir algo sobre todo este polémico asunto, pero va a ser que en este caso no toca.

Si hay que utilizar un dicho de esos que hemos oído en numerosas ocasiones durante nuestra vida y que le queda como anillo al dedo a este asunto podríamos decir eso de ‘Ancha es Castilla’, para unos más que para otros, pero ancha y, por cierto, soleada, como la explanada de A Compañía, diseñada en su día como una plaza típica de la región castellana, sin un árbol.

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