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Sueño de una noche de verano

Título: SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
Directora: Marta Pazos
Adaptación: Marco Layera
Reparto: Diego Anido, Areta Bolado, José Díaz, Borja Fernández, Paris Lakryma, Janet Novás, Andrea Quintana, Anaël Snoek, Hugo Torres
Mostra de Teatro Clásico de Lugo 

EL SUEÑO DE una noche de verano de Voadora es como cuando vas a comer pulpo "á feria" y te lo sirven en una copa de champán como espuma de pulpo con emulsión de cachelo. Casi no hay rastro de Shakespeare pero sí mucho de su temática más recurrente: el amor. Si lo que se busca es teatro puro, Voadora no es la respuesta, pero si se busca un espectáculo imaginativo, sorpresivo, provocador e intenso estamos en el buen lugar. La adaptación del texto es del chileno Marco Layera, al que le gusta provocar e innovar y, si puede conseguir controversia, mucho mejor. Este espectáculo gusta o disgusta, no se queda en medias tintas. Los personajes se aman de una forma fría, toda la obra está carente de emoción. No en vano Cupido utiliza un taladro para lanzar la flecha al agujero del amor. Como estamos ante un teatro experimental e innovador los amores no permanecen: son sueños de verano. El amor se transforma en odio y viceversa. En tiempos de Shakespeare se vivía con intensidad y pureza. Hoy hay que vivir rápido, amar rápido, no creer en el mañana ni en mitos eternos. El texto alude a los temas de moda este año: la cosificación del físico a través de operaciones de estética y la transexualidad. Se alude constantemente a la identidad de género como si eso tuviera algo que ver con el amor. Se mira el continente más que el contenido. Los personajes se meten físicamente en un cubo cerrado para hablar de libertad. Cupido lanza sus flechas con un taladro, pero el amor no perdura, porque nos consideramos "muy modernos" y hoy todo fluye y se desplaza, todo es efímero. Shakespeare hablaba del amor eterno, Voadara habla del amor que se transforma en odio y viceversa. Es un divertimento con poca técnica actoral, con voces con escasa proyección, pero con una estupenda puesta en escena; consigue entretener, sorprender, disfrutar de cada instante. Es muy meritoria la dirección de Marta Pazos por trasladar un ritmo frenético a los actores que se interrelacionan como si vivieran en mundos autónomos. La obra es un compendio de escenas visuales ingeniosas en donde todo cabe: el clown, la danza o la expresión corporal. Lo visual le gana mucho terreno a un texto sencillo y poco pretencioso. Los personajes no luchan con la palabra como hacían los de Shakespeare, lo hacen a golpe de boxeo en un ring del amor. 

El espectáculo en sí está muy logrado y entretiene, a pesar de hacer una reflexión muy manida de la transexualidad, del amor y de la identidad de género. Es un derroche de color, de complicidad con el público que disfrutamos con el My Way de Frank Sinatra o con Horses de Patty Smith. Es un trabajo que explora el teatro dentro del teatro, que innova y que no deja indiferente. Es un teatro clásico deconstruido como la espuma de pulpo "á feira". El sabor no es exactamente igual, pero una vez en boca se disfruta, sorprende y se digiere muy bien. No es un espectáculo para un público que espera ver un clásico y, por eso, los aplausos en el Auditorio fueron fríos y en algunas filas inexistentes. Lo importante es que Voadora se ha forjado un carácter propio en estos diez años de vida como compañía.

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