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Con la regueifa la letra mejor entra

Título: FARIÑA Dirección: Tito Asorey Reparto: Xosé Antonio Touriñán, María Vázquez, Cris Iglesias, Marcos Pereiro y Sergio Zearreta Tema original: Novedades Carminha Calificación: ●●●●

Atrae la identificación en el teatro. Nos gusta vernos, o mirar nuestro pasado, con nuestro lenguaje y con nuestro acento. Fariña realiza, durante hora y media, un espectacular cortejo y consigue llevarnos al huerto con una historia de sobra conocida: Vilagarcía de Arousa y su agridulce convivencia con el contrabando de tabaco. Llegan los ochenta y empieza un mundo nuevo cargado de hachís y cocaína con brillantes posibilidades de mercado. Aparecen las planeadoras, los pazos con baños dorados y, sobre todo, mucho dinero. Aparece el poder que lo nubla todo. Consigue extender una espesa nube entre los jóvenes incautos con ganas de experimentar y de apartarse de la realidad.

Afortunadamente también están las madres valientes con el coraje suficiente como para sacar a sus hijos del lugar en el que los han metido. Fariña es una tragedia social con la comicidad suficiente para sobrellevarla de forma distendida. Se queda con el intento de usar el lenguaje propio de la zona. Lo consigue a medias y es una de las patas de las que cojea. Su principal arma de cortejo es la retranca, una ironía fina que lo inunda todo con un halo de tristeza. Se han metido todos los ingredientes teatrales en una coctelera y se han sacado poco a poco, como si fueran scketches de un programa de televisión. 

Está el guardia civil, el alcalde, el juez, el político, la madre, la adolescente y la activista; En definitiva una sociedad a la que le gusta el rock punk de Novedades Carminha o se emociona con la Muiñeira de Chantada o una regueifa. Está claro que con la regueifa la letra mejor entra y se usa de una forma excelente para contarnos la historia con sus verdades y mentiras. 

Hay momentos redondos como el monólogo de María Vázquez, teatralizando y documentado con una cámara el sentimiento de una madre que pierde a su hijo por la droga

Fariña es teatro documentado con música en directo. Hay momentos redondos como el monólogo de María Vázquez, teatralizando y documentado con una cámara el sentimiento de una madre que pierde a su hijo por la droga. Nos la creemos, nos emocionamos y lloramos con ella. Una prueba era el enorme silencio durante todo el monólogo y el gran aplauso a su fin. Por ese momento merece la pena toda la obra.
Touriñán ha nacido con el don de que todo lo que hace parece no costarle esfuerzo y, sin embargo, le sale perfecto. También actúa con un público agradecido a su favor. 

Tito Asorey ha marcado la dirección, como lo suele hacer, con un ritmo rápido de continuos cambios. No es un director para pararse en nimiedades, quiere agradar y no aburrir. Busca más el efecto que la emoción. Asorey marca una dirección de pasos rápidos, puertas giratorias con las que también es fugaz la permanencia. No le gusta el atrezzo minimalista, hay objetos en cada función, hay vida y desorden. 

Sin embargo lo más espectacular es el trabajo de audiovisuales e iluminación de Laura Iturralde. Consigue crear todos los ambientes posibles, con cambios frenéticos, marcando un espectáculo vivo, llenando el escenario de realidad. Es una obra de excesos también en la iluminación pero en este caso yo la aplaudo completamente.

La obra ideada por Touriñán es una adaptación teatral del libro de Nacho Carretero y está llenando teatros por toda Galicia con un público fiel a este tipo de espectáculos

Fariña es un espectáculo identitario de un país con 1.498 kilómetros de costa que conoce sus puntos débiles pero que se resiste a cambiar. La obra ideada por Touriñán es una adaptación teatral del libro de Nacho Carretero por José L. Prieto. Se estrenó en el teatro Colón a finales de octubre. Está llenando teatros por toda Galicia con un público fiel a este tipo de espectáculos. 

Es excesiva en muchos aspectos. Se caracteriza más por su espectáculo que por su teatralidad pero es recomendable no perdérsela. Sobre todo, es conveniente quedarse con la reflexión final sobre lo que hemos sido y lo que seguimos siendo. El teatro también conforma nuestra identidad o es un reflejo de ella.