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La perfección por los placeres

Una historia atípica del pensamiento a través de la gastronomía
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SEÑOR DIRECTOR:

A la relación entre el buen pensar, el buen comer y el buen vivir se le puede llamar gastrosofía. Es el título* de una original aproximación a la historia de la alimentación, o la gastronomía, a través de los grandes nombres y corrientes de la filosofía: desde Pitágoras, Aristóteles o Platón que, "como otros escritores antidemocráticos", atribuía al lujo de la buena mesa la decadencia política, al idealismo: Hegel era un gran consumidor de vino de Burdeos y bajo sus efectos debió escribir páginas incomprensibles para mortales como un servidor, que no para el profesor Álvarez Bolado, que nos decía en clase que lo había leído en alemán. O el materialismo: Marx, a los 16 años, era miembro del Club de la Taberna de Tréveris (Trier, para respetar la toponimia). Y si nos aproximamos más al hoy, se dice que las reuniones de Le Temps Modernes, en la habitación de Sartre o de Simone de Beauvoir, en el París existencialista, estaban regadas con botellas de whisky o de cognac. La revista cerró hace un par de años, no sé si por la proclamada agonía del papel como soporte de lectura o por la Francia ensimismada que ya no mira hacia sus intelectuales ni estos cuentan con la proyección internacional de aquella tropa dada con entusiasmo a la promiscuidad y que filosofaba por los cafés de Saint Germain.

Hegel.

Eduardo Infante, que es filósofo, y Cristina Macía, también con formación filosófica, muestran sentido del humor y aportan curiosidades como que Epicuro, bestia negra para los cristianos, "precursores de la cultura de la cancelación", admitía mujeres e incluso prostitutas en su jardín, digamos que el aula. O cuando se refieren a las reflexiones de Montaigne sobre el sabor de los rábanos, que unas veces le gustaban y otras no. Montaigne no desprecia los vinos de su tierra de Burdeos. El autor de los "Ensayos" que viajó con ciertas licencias por Italia según su propia confesión, dedica un capítulo a cómo ha de beber un pensador. Descalifica la borrachera como el vicio más zafio.

Aparecen las aclaraciones sobre el mito creado con las "Notas de Cocina" de Leonardo da Vinci, con la invención de sorprendentes máquinas y artilugios para la cocina. En algún sitio vi hace un tiempo una exposición con reproducciones de tales inventos. Da Vinci tuvo al menos un par de negocios tabernarios. No le salieron bien. O quizás forman parte del mito. Hay que agradecerle que promoviese el uso de la servilleta. No es poco, si la costumbre era limpiar las manos en la ropa de la persona que se sentaba al lado.

Los autores de "Gastrosofía" lograron una obra entretenida y divertida. Después de las páginas que dedican a Platón, Aristóteles y a la filosofía cristiana medieval podrá considerar que buena parte del ropaje de demonización de los placeres, la condena del cultivo de la sensibilidad para el disfrute, que arrastra el discurso eclesial, no solo católico, viene de la apropiación para su causa por los filósofos y teólogos medievales de la filosofía griega. A los escolásticos les superaba diferenciar entre el lujo íntimo, el maravilloso mundo del perfume o la adecuada dosificación de los placeres en la mesa o en el erotismo y la "brutalidad" de los banquetes medievales.

Los fundamentalismos intransigentes vienen de esos lodos. Por ejemplo, y los recogen los autores que le comento, una de las grandes figuras de la Iglesia primitiva como Orígenes, vegetariano y abstemio, se castró para aplicar al pie de la letra aquello de "eunucos que se hicieron tales a sí mismos": el erotismo está permanentemente en el imaginario de la decadencia social y personal.

Le traslado un interrogante, ¿por qué se vio mal cultivar los sentidos para el disfrute y sin embargo se bendecía el masoquismo de los cilicios? Auto provocar dolor en el cuerpo, castigarse físicamente a uno mismo, era positivo pero el disfrute y placer por los sentidos era malo. Pidamos consulta a quien haya leído los tres tomos de la "Historia de la sexualidad" (Gallimard) por si el señor Foucault dejó aclarada la finalidad del discurso represor de la sexualidad. Control y ejercicio del poder. También se podrá encontrar luz en "As facianas do erotismo contemporáneo" que nos dejó García Sabell.

Regresemos a Tréveris, la bella ciudad en la que nació Herr Karl. La casa familiar es un museo que no exige certificado de devoto marxista. Los romanos llevaron, además de la arquitectura que se conserva en la ciudad, la vid y el vino que marca el paisaje del valle del Mosela. En Tréveris se sitúan el ajusticiamiento de Prisciliano, personaje que forma parte de la mitología galaica y un adelantado del feminismo. Los pueblecitos, las bodegas y las tabernas de la ruta del vino por el valle del Mosela, ahí le quería llevar, son un disfrute pleno por la belleza del paisaje, los idílicos pueblos y el vino.

No le digo que 'Gastrosofía' pasará a la posteridad como una obra imprescindible para convertirse en 'Gourmand', "el que se deleita con las comidas y las bebidas buenas" (H. Schraemli) ni para estudiar filosofía. Son ricos aperitivos sobre la singularidad de cada pensador y recetas para practicar en la cocina y saborear en la mesa. A la posteridad pasará, sin duda, un "Festín de palabras, una historia literaria de la sensibilidad gastronómica de la Antigüedad a nuestros días", de Jean François Revel. Su lectura, la de Revel, es una fiesta. Es otro enfoque para acercarse a la historia del comer: cocinar hizo al hombre, que razonó Julio Cordón. El menú largo y completo lo ofrece el historiador Fernández Armesto, hijo inglés del periodista gallego Augusto Assía, en "Historia de la comida", alimentos, cocina y civilización.

Confío en que no haya visto una provocación, o considere usted que riego fuera del tiesto, si le hablo de gastronomía, cuando hay algo más que riesgo de desabastecimiento en los supermercados y de explosión social, el mundo está en guerra y, además, es tiempo de cuaresma. En mi descargo, y me despido de usted, tomo un título de Xavier Domingo aplicable a estos momentos: "Cuando solo nos queda la cocina".

De usted, s.s.s.

Eduardo Infante y Cristina Macía: Gastrosofía. Una historia atípica de la filosofía. Edit. Rosamerón (2022).

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