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El novelista Juan Tallón

Caricatura de Juan TallónSEÑOR DIRECTOR:

Me tomo la licencia de recomendarle una novela que descubro en el encierro. Había iniciado su lectura antes de este suceso; quedó sobre una mesa. Las primeras páginas no muestran la calidad extra de la obra. Ahora he vuelto y me ganó. Le dediqué las horas que exigen poco más de doscientas páginas. Lo que le cuento lo hago como viejo lector, algo escéptico ante las novedades que las editoriales lanzan. Dieron por muerta tantas veces la novela que algunas ocasiones incluso la descuartizaron. Opino como lector, nada de entendido ni por formación ni por afición.

A Juan Tallón, su obra, lo descubrí una tarde muy calurosa en Madrid. Después de adquirir El váter de Onetti, por recomendación de mi hija, me senté en una heladería con local refrigerado. Salí de allí con el librito satisfactoriamente despachado. Me había enganchado y divertido. Salí también con muchas más calorías en helados y granizados, había que aprovechar la temperatura para la lectura.

Trufaré esta carta con un par de anécdotas personales para no engañarle como crítico imposible. Lo mío con el Rewind de Tallón es la experiencia de una lectura que llena, de un sentimiento de satisfacción, nada de crítica fundada en análisis y saberes. La obra llega bajo el sello de Anagrama, un buen aval, no como esas compras fuleras que realiza el Gobierno en China contra la pandemia.

Sorpresa e impacto

No me gusta ni me convence el título, Rewind, que quede claro. Estamos, eso sí, ante una novela auténtica, con todo lo que le exijo como lector a este género, que nos ha de ofrecer una realidad global, cerrada. Es actual en su temática: es esta sociedad de los erasmus, los jóvenes que se mueven por Europa y el mundo como su barrio,las relaciones por encima de nacionalidades, la inmigración no integrada, pero sin apuntar más aunque está, para decir mucho, la mentira, la falsedad de un comportamiento. No había colega; había un enemigo. Rewind es novela hasta la última página. Sorprende e impacta de nuevo con elementos de la historia, historias más bien, que nos cuenta, cuando se acerca el final. Está escrita, contada con maestría, sin concesiones a excesos, logra el clima hasta provocar en algún caso la emoción del lector. Entras inevitablemente en la historia. La ve desde los diferentes protagonistas, como una realidad nueva en cada uno, desde la experiencia de cada subjetividad, cada plano, cada relator. Y así lo transmite con el protagonista principal, con la médico, la quiosquera, Emma y su madre o cuando magistralmente, sin concesiones aquí también, cuenta cómo fue aquella noche en la que al final Emma le revela su gran secreto.

Caricatura de Juan Tallón

Está escrita por un gallego que figurará en el canon de los grandes narradores que da Galicia en castellano. Podemos presumir de Valle, Cela, Torrente o Cunqueiro. A esta Santa Compaña se incorporarán cuando el tiempo pase algunos de esta nueva hornada, que se lo curran y varios de ellos tienen o tuvieron espacio en El Progreso y Diario de Pontevedra.

La gran frustración

Comprenderá usted después de lo que le voy a contar que carezca de cualquier base teórica para analizar o juzgar una novela, salvo el criterio de si me gusta o no, si se desarrolla una historia o no, si hay personajes caracterizados, diferenciados, y poco más. Todo esto lo tiene esta última obra de Juan Tallón. En esto de la novela avanzo por la vida con el aprendizaje que hice en largas noches que se prolongaban hasta el amanecer en la adolescencia con los libros de mi abuela, en ediciones anteriores al 36, entre los que había mucha novela rusa o los españoles de Compañía Ibero-Americana de Publicaciones S.A. Alguno de aquellos ejemplares los restauro ahora poco a poco: cuestión de coste. Cuando en la juventud quise documentarme algo sobre novela, me mandaron a Georg Lukács y su Teoría de la novela. Entenderá usted que quedase incapacitado para seguir. Casi cincuenta años después conservo el librito en edición de bolsillo, Edhasa. Está intacto. Dicen que es la última obra premarxista de este crítico y filósofo húngaro. ¿Cómo será de inteligible para la gente del común, como un servidor de usted, todo lo que vino después? Algunos de lo que nos educaban entonces o eran compañeros de viaje -también se decía tontos útiles- o confundían el ejercicio del antifranquismo con el aburrimiento ante el devocionario marxista. Pasábamos en un plis plas del P. Astete al jesuita Jean-Ives Calvez o a Marta Harnecker.

Le contaré otra anécdota más, si es que ha llegado usted hasta aquí. Por ese tiempo, estudiante y todavía más indocumentado que ahora, o más osado, el suplemento literario de un periódico me publicaba, y pagaba, reseñas-críticas de libros que ellos me pasaban y podía además quedármelos. Aún me persigue hoy la vergüenza por la ignorancia de la que dejé constancia en algo que publiqué sobre Cabrera Infante. Pero, la verdad, me siguieron publicando y pagando. Aquellas colaboraciones me permitían de cuando en cuando ir a cenar como un señor a un restaurante de verdad y pedir una botella de vino que no fuese Valdepeñas.

Con estas iniciaciones y algo de Robbe-Grillet, debía andar por Seix Barral, que no conservo ni recuerdo el título ni memoria de entusiasmo alguno, se frustró mi aprendizaje literario-novelístico.

Todo lo que pueda saber de teoría de la novela se lo debo a las conversaciones con don Gonzalo Torrente Ballester en los cafés de Madrid. Alguno de aquellos encuentros los recogió él en los Cuadernos de La Romana. Por cierto, a González Millán y a mí nos aconsejó que leyésemos a Bousoño. Torrente es un inmenso novelista y un gran conocedor de la literatura, mucho más allá de su condición de profesor. Algo me habrá quedado también de algunos ensayos de Vargas Llosa -un novelista de verdad- como la Historia de un deicidio o Flaubert y Madame Bovary. Y me fie siempre de las críticas de Rafael Conte, primero los jueves en Informaciones y después en El País.

El Rewind de Tallón estamos obligados a celebrarlo en Galicia, con permiso de quienes se creen en poder monopolístico de lo que es literatura en Galicia. No perdamos el tiempo en boberías.

Esta novela no será mayor sorpresa para los lectores de Diario de Pontevedra y El Progreso que disfrutamos de las colaboraciones de periodismo literario de Juan Tallón. Tallón es filósofo de formación y, si no recuerdo mal, con dedicación entonces al austríaco Wittgenstein. Toda la cocina de la cultura pasó por Viena y Centroeuropa, como razonadamente explicó Steiner. Juan Tallón es escritor de vocación y oficio. Con Rewind pone el listón muy alto para continuar. Valió la pena. Está consagrado en esa carrera a la que se dedica con absoluta entrega y vocación. Sabe manejar las herramientas y cuenta con bagaje, Ourense no deja de ser una Viena literaria, para estar entre los grandes como lo ha saludado la crítica con esta obra.

De usted, s.s.s.

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