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Matrimonios de intereses y vergüenzas

Los populares europeos tienen pactos y socios equiparables a Vox

Señor director: 

MARUXA
MARUXA

A derecha e izquierda en el discurso político español y europeo se practica con entusiasmo el viejo refrán de consejos vendo y para mí no tengo. Aunque el refranero sea recurso de iletrados, permita usted que me exhiba como tal ante el descaro que se observa en la política española y europea para descalificarse unos a otros por los matrimonios de conveniencia o las uniones de hecho. Y ni se ponen colorados. Quien busca y acepta los votos de antiguos terroristas y secesionistas le echa en cara al otro pactos con la extrema derecha. Y los presentan como apestado en Europa. Sucede lo mismo, con el descrédito exterior, con las prédicas de los populares sobre Sánchez. Quienes fuerzan los matrimonios de desesperados en la diestra gritan insistentemente como escandalizados por las uniones de hecho del otro con secesionistas y amigos de antiguos etarras. Ahí se agota, con descalificaciones y pretendidas deslegitimaciones, la profundidad del debate ideológico en la actual política española. 

Lo más pintoresco ha sucedido con los populares europeos hacia sus socios españoles por el pacto con Vox en Castilla León. Donald Tusk, que preside el PP Europeo, dio muestras de un cinismo impresionante. Si ve con sorpresa y como una capitulación el pacto de los populares españoles con Vox , antes tuvo que haber aplicado públicamente el mismo criterio para la formación europea que preside. Tusk con el PPE no está en condiciones de exhibir honra sin barcos como hizo la señora Merkel en Alemania frente a la extrema derecha. No le tembló el pulso para desautorizar a quien iba a ser su heredera y a desmontar un pacto que aseguraba gobierno. 

Le enumeraré a usted, en un momento, algunas de esas "vergüenzas" europeas, más que homologables con las que desde España entristecen al señor Tusk. Y si este quiere ver un hecho puntual en el pacto de las derechas españolas, se supone que sus deseos y sus trabajos serán los mismos hacia los pecados de la derecha y el centroderecha europeo. Digo pecados por lo que pueda quedar, si algo queda, de herencia democristiana entre los populares europeos. 

La trayectoria política de Tusk frente al comunismo en Polonia merece todo el respeto, pero los falsos escándalos políticos, como el que nos ocupa con los populares españoles, muestran la primacía del juego por el poder frente a la militancia por compromiso con las ideas y el trabajo por transformarlas en acción de gobierno. Es el "Vacío ideológico" como titulaba Josep Antoni Duran i Lleida un interesante artículo el pasado jueves en La Vanguardia. Por cierto, la única voz que he visto que desde el centroderecha español responda con claridad a la perturbación que le ocasionó el presidente del PPE a los populares españoles y muy especialmente a un Núñez Feijóo que se movía en el escenario previo al acceso al liderazgo. 

Sorprende que ante las palabras de Donald Tusk, que preside el PPE, desde los populares españoles se hiciese el silencio, no sé si acomplejado, y permitiesen que la cabeza de los populares europeos aportase munición para que el Gobierno de Sánchez y sus apoyos zurrasen de nuevo la badana presentándonos a los populares españoles como apestados en Europa. 

Josep Antoni Duran i Lleida desapareció del escenario político catalán y español por decisión del electorado. Su histórico partido Unió Democrática de Cataluña, tras la ruptura de CiU, se disolvió por falta de votos. Duran sigue aportando sus reflexiones que merecen atención. Mantuvo como político una línea de coherencia en su discurso: centralidad en el eje izquierda-derecha y en la tensión del catalanismo-nacionalismo. Lo hizo cuando se había impuesto la polarización y radicalización en la política española y cuando sus socios del centroderecha catalán, el supuesto partido de la burguesía que fundó Pujol, se asfixió en el gas tóxico de la corrupción y huyó al monte. Duran era una rara avis en la política activa española, tanto por su posición demócrata cristiana, o socialcristiana que creo prefiere, como por la coherencia de su discurso con contenidos, con ideas y posiciones que respondían a su pensamiento socialcristiano homologado con las fuerzas políticas y la corrientes ideológicas que, con la socialdemocracia, concibieron y construyeron la Unión Europea. 

Tras la desintegración de la URSS, el final de los dos bloques, la Democracia Cristiana europea optó por abrirse a formaciones no del todo iguales para asegurar apoyos y poder en las instituciones europeas. Primó el poder frente a las ideas. El político catalán, un demócrata cristiano confeso, considera que fue un error. Desde luego que la ideología se ha desdibujado: ha perdido color en el componente social y en el humanismo que como filosofía les caracterizaba. No creo que Aldo Moro o Joaquín Ruiz-Giménez, del que tuve la fortuna de ser alumno, compartiesen ruta con Orban, la derecha polaca o Berlusconi. Y no le voy a ocultar a usted que en la democracia cristiana española, confesional o no, o italiana para no alejarnos del sur, hubo tanto matrimonios de intereses como auténticos sacrilegios, con bendiciones episcopales incluso, que vaciaron de todo contenido lo que entendemos por democracia y por cristiano. 

Voy, para ir terminando, con una mínima enumeración que le prometía de los pecados de los populares europeos. Los recordaba Duran i Lleida. Gobernaron en Austria con la extrema derecha, o la derecha extrema en la distinción teológica, que no antropológica, que repite Adriana Lastra. Ella sabrá qué dice. Con el PP Europeo está el húngaro Viktor Orban, que comparte ideario con Vox y con Marine Le Pen, como han escenificado. Y en el PP Europeo está Berlusconi que, si no fuese poco por sí mismo, tiene como compañeros a los Hermanos de Italia y a la Liga. 

Con estos precedentes el presidente de los populares europeos difícilmente está en condiciones de afearle a los populares españoles que hayan pactado con Vox en Castilla y León. Las vergüenzas, si las ve así, las tiene dentro y anteriores. Y si se juzgan necesarios los cordones sanitarios, aplíquense con todas las consecuencias y en todas partes. Pero los falsos escándalos no borran la incoherencia ni hacen creíble el discurso. Ni se entienden los silencios desde aquí. 

De usted, s.s.s.

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