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Enemigos de la paz y la tolerancia

Señor director: 

El "frágil" cese de hostilidades en Gaza el pasado viernes no es el inicio de un camino de paz en Palestina aunque, y es mucho, supone que durante un tiempo dejen de contarse muertos cada día por los cohetes de las milicias islamistas y por la acción del ejército israelí. Vivir en Gaza será menos infernal e igualmente disminuye en la población israelí el temor a los cohetes de Hamas, sobre todo en el sur de Israel. Tanto la confrontación de once días como el cese son una estación más en una guerra interminable, a la que cada vez se suman más ingredientes para que no se vea el final y para hacer más difícil la convivencia, como en la fórmula de dos estados.

Coincidencias


Estos días usted habrá seguido la situación en los análisis de diferentes medios. Habrá observado casi total unanimidad en la valoración de algunos aspectos . Apunto algunos. 1) La imagen exterior de Israel se desmorona. Vale el ejemplo de la opinión pública estadounidense y el ala más a la izquierda de los demócratas, cada vez más críticos con las posiciones de Netanyahu en la cuestión palestina. Exigen más firmeza al Gobierno estadounidense. "Israel sigue siendo un socio esencial de Washington en medio oriente" pero el «aliado eterno es visto con una mirada escéptica, sino francamente crítica". Ya no es solo Europa. Lo que ocurre con los demócratas norteamericanos es un paso más, significativo, en la pérdida de simpatías para el gobierno hebreo en la opinión pública internacional. Estamos ante una prueba más del daño que a la imagen de Israel produce la política de tierra quemada de Netanyahu. Hay atizadores antisemitas que proceden de dentro, aunque no se contemplen a la hora de las alarmas. Y, a tener en cuenta, los apoyos de los gobiernos nunca van a ser permanentes y firmes frente a una opinión pública que se extiende con sentimiento y posición contraria.

2) Otra valoración coincidente aparece en el obstáculo que las imágenes de estos once días suponen como freno o incluso retroceso en el avance de las relaciones de Israel con países árabes. Marruecos, por ejemplo, desvió la atención de lo que sucedía en Gaza con el fervor nacionalista ante Ceuta. La solidaridad con los palestinos se activó en la población árabe, también en esos países que reconocieron a Israel. Una vía esta, cosecha de Trump y Netanyahu, que, además de hacer frente a la amenaza de Irán, suponía en la práctica aparcar o colocar en una posición secundaria la cuestión palestina en la agenda árabe y en la complicada situación del área geográfica de oriente medio.

3) No hay apuntalamiento de la paz y la convivencia. Al contrario, se han producido saltos que profundizan en el conflicto. El estallido de la convivencia, con agresiones y víctimas mortales, entre palestinos y judíos dentro del territorio de Israel llevó a apuntar al riesgo de guerra civil dentro de Israel, no ya en Gaza o Cisjordania. No había sucedido antes. Hay igualmente coincidencia en ver reforzadas las posiciones extremas y confrontadas de ambos lados: los fundamentalismos nacionalistas y religiosos que se oponen a la convivencia en la tolerancia, que niegan el derecho a existir del otro en ese territorio.

4) Y termino con esta enumeración. En el contexto político de Israel el estallido le ha servido a Netanyahu, probablemente, para asegurarse en el poder al hacer inviable una coalición alternativa, con participación de la minoría árabe en la Knéset (parlamento). Era un camino de esperanza frente a la intolerancia. O le sirvió también a Natanyahu para ganar apoyo electoral si hubiese una próxima repetición, otra más, de elecciones. En el lado palestino, Hamas se convierte en única cabeza y voz entre los palestinos y frente a Israel. Borrará electoralmente a Mahmud Abbas, a Fatah, cuando se produzcan unas elecciones, que se aplazan con pretextos diferentes. Un artículo de Sholomo Ben-Ami que publicaba el pasado miércoles El País, El fin de la autocomplacencia israelí, lo exponía con conocimiento y claridad. 

Las políticas de Netanyahu desmoronan la imagen exterior de Israel como lo refleja la opinión pública y no solo en Europa 

Maniqueísmo


Entiendo, como le decía, que las políticas del ultranacionalismo que representan los mandatos de Netanyahu aceleraron la pérdida por Israel de la batalla de la opinión pública internacional. Lo que ha sucedido estos días con los demócratas en EE.UU. es un buen indicador. Representa una alerta más hacia un camino de soledades, desaprobación y pérdida de simpatías para Israel. ¿Dónde quedó aquel Estado al que se admiraba en el mundo por su capacidad frente a las adversidades? Pretender explicar el grave deterioro de la imagen o imputarlo al crecimiento del antisemitismo en Europa y en el mundo -que existe- equivale a negarse a identificar el desencadénate y el alimento del problema. Las políticas ultranacionalistas, de confrontación y apartheid -la raza o la religión como identificadores nacionales o de grupo social- , son condenables como el terrorismo de Hamas.

Esas políticas dieron y dan alimento a que se imponga por ejemplo en España una simplista opinión maniquea. Es más cómoda. Forma ya parte del recetario de una progresía abundante y del discurso políticamente correcto. Reduce el conflicto a buenos y malos, perfectamente identificados de antemano: los criminales y los que se oponen a la paz y la convivencia solo son unos. No hay un mínimo esfuerzo para ver los halcones que están en los dos bandos. El fanatismo nacionalista y religioso crece entre unos y otros. Las víctimas y quienes únicamente quieren poder trabajar y vivir en paz -existir en el respeto- son una inmensa mayoría entre palestinos y judíos.

El partido a tomar no es por un bando, es por los caminos que conduzcan a la convivencia y la paz. No es equidistancia, con la que se pretende descalificar, cuando se ve intolerancia, belicismo y excesos por ambos lados. Sí, las imágenes de Gaza llaman a la conciencia del mundo, también frente a la responsabilidad de Hamas por esa situación.

Valerie Zenatti, la escritora que nació en Niza y fue soldado israelí, proponía este fin de semana en Le Monde un plan Marshall para aquella Tierra Santa para las tres religiones monoteístas. Se trataría de activar la economía y crear bienestar como camino para construir la paz. Aunque las experiencias pasadas de ayuda al crecimiento no generen ninguna confianza, empezando por la corrupción, la mesa de diálogo y la transformación económica han de ir parejas y no pueden ser una utopía inalcanzable para el largo camino hacia de la paz y la tolerancia. Una salida que niegan quienes tomaron el protagonismo en uno y otro bando, con el objetivo de anular al otro.

Habrá reparado usted en las declaraciones de Hamas y la derecha nacionalista que apoya a Netan-yahu tras el cese de los ataques. No dejan lugar a dudas. De un lado aseguran que siguen con el dedo en el gatillo y del otro lamentan que no se haya llevado hasta sus últimas consecuencias la acción represora frente a Hamas.

De usted, s. s.s.

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