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Emoción, provocación y pensamiento único

SEÑOR DIRECTOR:

"La propaganda y el cinismo vienen haciendo mella en la opinión pública mundial". Esta afirmación sobre la guerra en Ucrania es de alguien como Juan Luis Cebrián que se supone bien informado. Sucede, como escribe (El País,13.06), que quienes han expresado esa idea son tachados inmediatamente de prorrusos. Entienda usted la siguiente anécdota como una broma: aunque Cebrián haya publicado ‘La rusa", una novela que no le voy a recomendar, no es precisamente un desconocido entre los auténticos lazos del poder. 

Blog de Lois Caeiro
Blog de Lois Caeiro

Asistimos a una interesada recuperación del mundo de ayer, de la guerra fría, con una escenificación simple y absurda para la realidad actual: el bloque occidental de las libertades y la continuidad o regreso a las dictaduras (comunistas) que representan en el imperialismo de Putin. La división es entre Occidente, ‘nosotros’, que se identifica con la civilización y abandera Biden, y "ellos". Manuel Castells, olvidemos su paso como ministro, analiza el concepto Occidente, desde Spengler a Toynbee y a la degradación en propaganda con Huntington. La actual propaganda coloca en posición de ‘debilidad’ prorrusa, e incluso de falta de sensibilidad frente a los crímenes de Putin, a Kissinger, que en Davos defendió la vía de la negociación, al Papa o a intelectuales como Edgar Morin o Jürgen Habermas. Las críticas y las dudas sobre Macron llueven incluso después del viaje a Kiev.

El análisis sobre la percepción del conflicto por la opinión pública europea que hizo el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) apunta a que el pensamiento único, la vía bélica y de castigo, retrocede. La investigación muestra que si bien los europeos sienten una gran solidaridad con Ucrania están divididos en los objetivos a largo plazo: quienes quieren que la guerra termine cuanto antes (35%) y quienes creen que el primer objetivo es castigar a Rusia (25%). La prolongación de la guerra en el tiempo haría que por los efectos negativos en la economía y por el temor de una dimensión mayor de la contienda crezca el porcentaje de quienes quieren el fin de la guerra ya.

Las actuales descalificaciones a la política exterior de Merkel, como equivocada con Putin y Rusia , forman parte del paquete del pensamiento único. No sale una voz en su defensa desde las instituciones europeas. "La voz preponderante de Europa no es hoy la de esa Unión sino la de la Alianza Atlántica, cuya expansión al Este, considerada por Rusia como una amenaza a su seguridad, ha sido fomentada desde hace años por Washington», opina alguien nada sospechoso de antiamericanismo como Cebrián. Merkel, cuyo teléfono espió durante más de diez años una "potencia amiga", confesaba el pasado día 7, ante un lleno total en el Berliner Ensemble para una entrevista que transmitió en directo la televisión pública alemana, que no se arrepiente de su política exterior y europea. Y mantiene como acertada su oposición en 2008 a la integración de Ucrania en la Otan.

La simplificación de lo complejo, en una definición del problema por el Papa —"estoy en contra de reducir la complejidad a la distinción entre buenos y malos, sin razonar sobre las raíces e intereses, que son muy complejos"— conduce a que solo se admita como lógica y válida la vía militar de Biden. Sucede lo mismo cuando se ignora o desprecia el análisis de la complejidad histórica, cultural y sociopolítica que en el inicio de la guerra hizo Morin.

Macron, Scholz y Draghi, que esta semana viajaron juntos a Kiev, de alguna forma representan la cara de la ‘realpolitik’—la negociación— para poner fin a la guerra, frente a las posiciones de la vía armamentística que reivindica Polonia, marca Biden y siguen Boris Johnson y Pedro Sánchez. Este inicialmente tuvo sus titubeos pero asumió hasta en el discurso la defensa del recuperado ‘Occidente’ de la guerra fría.

Evitar y provocar


Las palabras del Papa ante los directores de las revistas de los jesuitas en Europa obtuvieron casi el silencio o un mínimo espacio en los medios. Más que al análisis de lo que dijo apareció la pregunta de si el Pontífice no debería ser más prudente en este asunto. La opinión e información, ambas, que transmite el Papa es grave. Francisco, además de preguntarse si se pudo evitar la guerra, lanza el interrogante de si de alguna manera fue "provocada". No sé si después de esta intervención seguirá vigente aquello de que la diplomacia vaticana siempre está bien informada.

Este Papa no europeo no practica el ‘prudente’ silencio de Pío XII ante el holocausto, que el Vatica no conocía cuando los judíos eran quemados. Francisco sostiene que "mientras vemos la ferocidad, la crueldad de las tropas rusas, no debemos olvidar los problemas para tratar de resolverlos". Y en esos problemas habrá que incluir que esta guerra fue "tal vez, de alguna manera, provocada o no evitada". Cómo pasa sin mayor relieve informativo este comentario. Confirma la opinión de Cebrián sobre la propaganda y la denuncia que formuló Morin sobre la desinformación en el inicio de la guerra. En la radio pública española escuchamos un boletín informativo en el que el locutor apostilla como "desinformado y víctima" de Putin a un mandatario africano que opina sobre el minado de puertos que impide la salida de barcos con cereales.

El papa jesuita les dijo a sus antiguos compañeros que "lo que tenemos ante nuestros ojos es una situación de guerra de intereses globales, venta de armas y apropiación geopolítica, que está martirizando a un pueblo heroico". Los tres mandatarios de los países fundadores de la Unión viajaron juntos en un mensaje de apoyo al agredido pueblo heroico.

Nadie discutirá que el agresor es Putin y los primeros humillados, como dice Lluis Foix (La Vanguardia,15.06.) son los ucranianos. Amnistía Internacional investigó y documentó ataques indiscriminados contra civiles. Pero esto no excluye que se considere, con todo el respeto que merezca la "beligerante emoción del presidente Biden", la opinión de un Macron y otros dirigentes que sitúan la salida a la guerra, que mata personas, destruye Ucrania y trae el retroceso para (casi) todos, en la diplomacia. Y que la solución al conflicto de poder e influencia en suelo europeo ha de evitar humillar a Rusia. Enfrente están opiniones, dominantes en los medios, como la de Foix, especializado en información internacional: "la línea divisoria es la que separa las libertades democráticas y la ‘realpolitik’ de quienes no quieren humillar a Putin cediendo en sus ambiciones imperiales, que él mismo ha comparado con las guerras de Pedro I el Grande".

La cuestión es, señor Director, si se corresponde o no al actual problema con Rusia, con Putin o sin él, la comparación con la trampa en la que cayó el pactismo, el pacifismo ingenuo, frente a Hitler en su expansionismo territorial.

De usted, s.s.s.

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