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El circo no es la recuperación

Ante Alcoa los políticos no varían la línea de su relato y se colocan de perfil
Maruxa
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SEÑOR DIRECTOR:

En una empresa que por enfermedad contagiosa entre su personal salga de un cese temporal de actividad, que se enfrente a un grave problema en su cuenta de resultados y a una complicada perspectiva inmediata, nadie se imaginaría una discusión entre sus gestores y un fomento del alboroto por cuestiones de pedigrí nobiliario o vigilantes de seguridad. Ni es imaginable una bronca con esos mismos asuntos en la junta de accionistas, que querrá dividendos y no sermones. Pues resulta que a algo así se parece la realidad política española. En el mismo día de las trifulcas entre el vicepresidente Pablo Iglesias y la portavoz popular, Cayetana Álvarez de Toledo, en Bruselas anuncian un histórico plan de recuperación de la economía con 750.000 millones de euros, de los que España e Italia serán los primeros en beneficiarse. Un plan, bendecido por Merkel y Macron, que necesita superar las reticencias de Países Bajos, Dinamarca, Austria y Suecia. Esta parecería una tarea prioritaria para la política española.

Si le parece, vuelva usted por un momento la vista al escenario de Madrid y probablemente vea el absurdo que le acabo de señalar: la presencia de Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, en la llamada Comisión del Congreso para la Recuperación, cuando ya se conocía el plan de Bruselas para la reactivación, despeja todas las dudas, por si las había. Interesa la confrontación de bloques que sitúa en zona de oscuridad las cuestiones reales: la reactivación de la economía, la recuperación del empleo y los riesgos que representan los numerosos casos abiertos en los juzgados por la gestión de la pandemia del coronavirus. Al señuelo de Pablo Iglesias entra entusiasmada la portavoz del PP, encantada de oírse a sí misma, alimenta la estrategia del vicepresidente y beneficia además a su competidor por la derecha, Vox. Lo hace doña Cayetana con la misma irresponsabilidad de una aristócrata que en una granja de visones metiese la mano desprotegida en la jaula de los animales.

De Alcoa a la automoción


Mientras montan el gran circo esta semana en el Congreso y en la (presunta) Comisión para la Recuperación, Alcoa anuncia el despido de 534 trabajadores directos en su planta de San Cibrao, un golpe de consecuencias incalculables para A Mariña lucense. Los líderes políticos gallegos se colocan de perfil: es tiempo electoral y/o no se quiere molestar a los propios jefes o a los socios. Este desenlace figuraba en agenda, frente al que el Gobierno no movió una ficha que le solicitaron. Salvo la Xunta, solo faltaría, nadie le recordó a las señoras ministras, a dos al menos, y al presidente del Gobierno el incumplimiento del estatuto para la industria electrointensiva.

La multinacional probablemente llevaría adelante igualmente la medida de cierre, pero carecería de un pretexto: los costes de producción. Desmóntese, si se puede, el argumento de que el precio de la energía hace inviable la continuidad. El recurso a las ayudas del pasado, como acusación a la empresa, es una distracción para centrar toda la maldad/culpabilidad en la multinacional.

El interés por los informes judiciales de la Guardia Civil está en el contexto de las numerosas denuncias por la gestión de la pandemia

Tampoco, que se sepa, nadie ha diseñado un programa alternativo para dinamizar la economía de A Mariña y crear empleo.

El mismo día del anuncio de Alcoa, se conocía que Nissan cierra en Barcelona. De Cataluña llega un mensaje, que editorializaba el viernes La Vanguardia, y no debería pasar desapercibido en Galicia, en donde está Citroën: «La crisis de la automoción puede extenderse por el retraso del Gobierno en impulsar un plan de ayudas». Lo han hecho los gobiernos de Alemania, Francia o Italia. A quien le corresponda, preste atención a Renault en España con las noticias que llegan de Francia.

¿Qué preocupa realmente a los portavoces políticos: una salida sin traumas sociales de la crisis económica por el cese de la actividad a causa de la pandemia o activar hasta el extremo un clima político de choque de bloques y deslegitimación del contrario? ¿A quién le interesa un ambiente en el que se haga imposible un diálogo entre el PSOE y PP, primer partido de la oposición? Cuando la gestión de la salida se convierta en un problema mayor, ya habrá responsable. A ver si se enteran doña Cayetana y Casado.

De Cospedal a Iglesias


Qué mensaje de responsabilidad se envía a la ciudadanía con el debate parlamentario que se enzarza con el duque de Ahumada, el pedigrí familiar y la advertencia, repetida en días sucesivos, de un misil cargado con los viejos y tristes demonios golpistas y antiliberales que se impusieron en la historia moderna de España hasta hace cuarenta años. Con esa "conspiración" que relata -de eso se trata, de poner en circulación un relato- el vicepresidente Pablo Iglesias nada diferente nos cuenta a lo que en su momento hizo María Dolores de Cospedal cuando la Policía fue a registrar la sede del PP en la madrileña calle Génova. Es mejor el relato de Iglesias: la conspiración que hemos de imaginarnos es contra todos, contra la democracia en España, Cospedal presentaba únicamente al PP como perseguido, como víctima. Aquello acabó como acabó, con una sentencia judicial, y las que faltan, y una moción de censura que se llevó por delante al presidente Mariano Rajoy.

Un ministro del Interior que justifica el control en las redes sociales -la monitorización- cuando algunos ciudadanos en el confinamiento y bastantes hooligans de la política alimentan chistes, rumores e insultos contra el Gobierno y sus miembros, es normal que quiera conocer los informes que elabora la Guardia Civil por mandato judicial. No pretendo con esto, señor director, dar como palabra de dios ni siquiera de uno de sus profetas menores muchos de los informes que todos hemos leído sobre grandes operaciones que luego se quedan en nada. De esto en Lugo saben mucho. Tampoco nos vamos a sorprender, antecedentes hay, por la reacción de la Abogacía del Estado ante ese informe.

El señor ministro y el presidente del Gobierno estarán lógicamente preocupados por el rumbo que puedan coger las numerosas denuncias en los juzgados por la gestión de la pandemia. Lógico que quieran conocer de antemano los informes que piden los jueces. Pero en el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos olvidaron que fue coordinador-jefe de las policías en el 1-O, aunque alguna responsabilidad tendría, como la vicepresidenta Soraya, en aquel desaguisado que nos decían que no se iba a producir en Cataluña. Este dato del curriculum de Pérez de Cobos, además de testigo en el Supremo frente a los secesionistas, no se contempló para la reacción opositora al cese. Cobos es un icono para quienes creen que la cuestión catalana se arregla con más banderas en los balcones de España frente a las esteladas. Grande Marlaska le regaló cacerolas a quienes se manifiestan contra el Gobierno y bocinas a los manifestantes que Vox convoca en coche.

Lo dicho inicialmente, señor director, unos gestores echando gasolina a la hoguera que Iglesias prende con bloques irreconciliables y anuncio de golpes de Estado. Y los accionistas, atónitos o alienados de la realidad por los dirigentes; de eso se trata, de alienarnos por la atracción del fuego.

De usted, S.S.S.

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