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Ansias económicas y políticas desatadas

La derecha está sin liderazgo definido

De la pandemia sanitaria a la pandemia económica titula Metroscopia uno de los apartados del último Pulso de España, 10-N, dos años después. No son exageraciones de las que circulan sobre apagones y desabastecimientos de todo tipo en busca de un clima de miedo. Es el análisis, con datos demoscópicos, de una de las empresas profesionales y solventes en los estudios electorales y de opinión pública. Conviene decirlo porque de todo hay en el mercadillo últimamente. 

Carta abertaEste Pulso, que le cito de Metroscopia, se ocupa de los dos años transcurridos desde la victoria electoral de Pedro Sánchez. Qué pasó en este tiempo para que los siete puntos y los 31 escaños que sobre el PP obtuvo entonces el PSOE queden reducidos a un punto y a tres escaños. Las compañías del viaje pasan factura. Y, probablemente, también el dominio de un discurso político-ideológico de distracción y concesiones a algunos socios. O la apropiación de esas posiciones de izquierda rupturista hasta que llegó el abrazo con González y el regreso a la socialdemocracia. O eso se dice. Cuando lo que preocupa son los garbanzos para llevar al plato o las condiciones laborales y salariales de los jóvenes, traer al escenario la división de las dos Españas acaba por verse como un desvío de la atención, además de un arriesgado regreso a políticas que históricamente se consideraban superadas con la Transición. 

Si se mira por bloques ideológicos, en 2019 izquierda y derecha empataban en votos pero las izquierdas sumaban cinco escaños más. Actualmente "la derecha estaría cerca de configurar una mayoría de Gobierno", aunque sin un liderazgo claro en la figura de Pablo Casado. Los conflictos abiertos desde Génova con Ayuso, la presidenta de Madrid, debilitan aun más a un Casado que aspira a liderar por la derecha el bloque alternativo a Sánchez. La ventaja podría alcanzar los seis puntos y sumar 30 escaños más para el bloque de las derechas. 

La actual proliferación semanal de encuestas como si estuviésemos en vísperas electorales, sin duda buscan crear ese estado de opinión, clima electoral, y acentuar la percepción de inestabilidad del Gobierno. 

Sube el pan 

En pleno ecuador de la legislatura el 92% de los españoles están preocupados por la evolución de los precios. Octubre cerraba con un incremento del 5,4% en el índice de precios y una inflación acumulada del 5%. Cuando sube el pan, la luz, el llenado del depósito del coche, el gas y el gasóleo de la calefacción, como sucede, entra en la lógica un estado de preocupación. Es mayor por la situación económica que por la pandemia, por lo menos hasta este momento de repunte de los contagios de forma alarmante en algunos países. Mañana en Austria la población vuelve a estar confinada.

Un nuevo paseo con el "cajón de Franco" es un burdo intento de que no miremos el tique de la compra

La posición seguida por el Gobierno ante la alarma por el precio de la luz, con desvío de toda responsabilidad a Europa, que se la devolvió al Gobierno español, transmitió incapacidad para dar una respuesta al ciudadano más allá de las polémicas ideológicas. Tampoco produce confianza, sino todo lo contrario, la constatación de que los anuncios triunfalistas del Gobierno sobre tasas de crecimiento, que envidiaba toda Europa, eran propaganda anticipada que semana tras semana recibe jarros de agua fría con la realidad y la variación a la baja en las estimaciones que se hacen públicas. 

En esa línea de vender la piel del oso antes de matarlo —estrategia que no parece muy rentable— se presentaba también en la mesa para el pacto social el pasado viernes la vicepresidenta Nadia Calviño. Es la primacía del mensaje partidista sobre el de técnica en el que a priori se situaba a Calviño. Ni Miguel Boyer ni Enrique Fuentes Quintana, por ir con este último a un tiempo de crisis profunda, cedieron a esa tentación de practicar el discurso de proselitismo militante y endulzar la realidad. 

La recuperación de la economía no lleva el ritmo que cabría esperar de la propaganda del Gobierno. Esto contribuye a la frustración de una población que, además de una crisis sanitaria, acumula una larga década de paro, ajustes, pérdidas y falta de horizonte. Si la ansiedad —la necesidad— por la llegada de la bonanza es una fuente de tensiones en todo proceso de recuperación de la economía, como se ve ahora mismo en la negociación de algunos convenios sectoriales o en las dificultades para los pactos sociales que lucía Yolanda Díaz, en la situación actual la confianza —las dudas— de que llegue la recuperación es en sí un problema. 

Exigencia del antifranquismo 

La perspectiva de huelgas y conflictos sociales crece. El campo se mueve y Casado se apunta a las protestas. El sector lácteo gallego continúa con su histórica demanda de precios que cubran los costes de producción. Una respuesta aquí exige el comportamiento de los consumidores ya que los gobernantes no responden. El anuncio del paro del transporte para los días previos a la Navidad lleva a recordar el Chile de Allende, aunque los escenarios afortunadamente sean bien diferentes, es una huelga que produce inestabilidad. En una situación con problemas de abastecimiento, con la subida de generalizada de los precios, un conflicto del transporte como el tique de la compra no se tapa con otra salida al escenario público del "cajón de Franco", como alguien calificó gráficamente el regreso a los crímenes del franquismo, medio siglo después de muerto el dictador y de una Ley de Amnistía. 

Permítame usted que como un paréntesis y ante el cuestionamiento que algunos grupos que apoyan al Gobierno hacen de la Ley de Amnistía de 1977 —derogación, llegan a decir—, le recuerde el discurso de Xabier Arzallus en el pleno del Congreso que aprobó aquella ley. Algo que exigía la oposición antifranquista para el reencuentro de las dos Españas y construir al fin un país con libertades estables. El histórico líder del nacionalismo vasco habló entonces de amnistía "de todos y para todos, un olvido de todos y para todos". Y recordó, "desearía que por última vez", que allí estaban sentadas gentes que se habían odiado y "hasta han luchado unas contra otras". 

Regreso al titular del Pulso de España para despedirme de usted. Me hizo volver sobre un trabajo que aparecía el jueves en Le Gran Continent (https://legrandcontinent. eu/fr/), una revista de estudios y debate que nació hace un par de años en París. Mario Pezzini y Alexander Pick analizan el malestar social en aumento. La tesis de partida es que la crisis de la salud ha dado paso a una crisis económica y social, que lleva a una crisis política con características nuevas. Las desgranan. El reto de la situación debería figurar en las prioridades de los gobierno y de los organismos internacionales, según proponen los autores. Es la era de la revolución sin revoluciones. 

De usted, s.s.s.

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