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Alto riesgo

La ultraderechista Marine Le Pen llama a la puerta del Elíseo
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SEÑOR DIRECTOR: Los peores ingredientes para un cóctel político se dan cita en las elecciones presidenciales francesas. Hay doce aspirantes hoy en la primera vuelta. La atención la acapara Marine Le Pen. La derechista podría dar el ‘sorpasso’. Con los sondeos, las opciones de pase a la segunda vuelta se reducen al actual presidente, Macron, y a Le Pen. Al cierre de campaña había acortado distancia en casi 15 puntos: 26% para Macron y 25% para Marine Le Pen. Macron llega nervioso a la cita: para la segunda vuelta, el día 24, los sondeos le otorgan el 51% de los votos y a Marine Le Pen el 49%. La alta abstención, que todos pronostican, el hecho de que la candidata republicana, Valérie Pécresse, declarase ya que no pedirá el apoyo de los suyos para ningún candidato —no va a ser de nuevo otro todos contra Le Pen— o cuál vaya a ser el comportamiento del electorado de izquierdas ante Macron, incrementa la incertidumbre el día 24.

Le Pen rebajó el discurso ideológico radical. Quedó para el polemista Eric Zemmour, que viene de los medios de comunicación. La derechista hizo una campaña con propuestas como la rebaja del Iva en la energía o la jubilación a los 62 años. El debate identitario o el antieuropeísmo, líneas centrales de la extrema derecha que situó en escena el padre de la candidata, se pinta ahora en recuperar la capacidad frente a Bruselas para decidir políticas para interés de los franceses y desvió a la economía el racismo identitario frente a la inmigración. No convendría olvidar que los agarres sentimentales para el Brexit fueron también por la vía de interés económico ciudadano.

Macron y Le Pen compiten de igual a igual. Y Europa, Bruselas, puede tener un problema también en Francia.

Un diagnóstico unánime habla de una crisis de confianza en la política en Francia. Ahora no es el tradicional recurso veraniego de una portada de semanario político con Francia en el diván del psiquiatra preguntándose "quiénes somos y quiénes queremos ser". La izquierda aparece fragmentada. La candidata socialista, Anne Hidalgo, podría situar al PS en la irrelevancia. Los últimos sondeos le atribuían un 2% de los votos, en una línea de caída constante desde antes del inicio de la campaña. Hay quienes sostienen que la alcaldesa de París, resistente al desaliento, construirá una plataforma diferente al PS para continuar su carrera política. Si el discurso no sirvió ahora no va a ser creíble por cambiar de envoltorio (siglas). El tradicional comunismo francés, con un candidato que defiende la energía nuclear, la caza y la buena mesa, perdió su influencia a través de la vía sindical.

Hay más material de fondo en lo que se ha calificado como "cansancio democrático". Las elecciones regionales de 2021 mostraron una abstención del 65% en la segunda vuelta. Los dos tradicionales partidos de poder —el bipartidismo francés de republicanos y socialistas— pasan a secundarios o casi desaparecen. Hay un agotamiento de la política tradicional —su discurso y sus formas—, que explica la irrupción de Emmanuel Macron en 2016 con En Marcha! — ni de izquierdas ni de derechas— y su llegada a la presidencia de la República en 2017. Pero Macron, que vio la crisis y la oportunidad para arrebatar el poder a socialistas y republicanos, no parece que haya dado la respuesta a la falta de confianza ciudadana: la crisis de los chalecos amarillos hay que interpretarla como reacción al "más de lo mismo" que representa el actual presidente y su liberalismo social o social-liberalismo, que no le diría a usted que sean lo mismo. Macron "es el presidente de los ricos". Es estructura. Es poder tradicional. Viene de la banca. Se apeó aceleradamente del ministerio de Economía. Procede de la elitista Ena. En el último número de Política Exterior, Antonio Delgado aporta un retrato del personaje, titulado significativamente ‘Nadie conoce a Macron’. Estudió filosofía y es autor de una tesis sobre Hegel. Un político de traiciones, ‘El traidor y la nada’ (‘Le traîte et le néant’, Fayard). Así lo ve el socialista Hollande, que lo tuvo de ministro. Hollande es otro que envió señales mediáticas de querer regresar al escenario político. Debe sentirse libre de responsabilidades en la crisis del PS.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Las causas deberían investigarlas con urgencia las elites que ocuparon el poder hasta ahora y quienes marcan las líneas del discurso que transmiten los líderes y quienes marcan el funcionamiento de los partidos de poder, hasta ahora. En los análisis de la campaña y del "agotamiento democrático" encuentra usted enfoques muy diversos. Pero hay una cierta unanimidad en reconocer que se banalizó a la extrema derecha. "La estupidez totalitaria de la corrección política" (Sergi Pámies) a lo mejor tiene mucha responsabilidad en haber dejado en posesión del discurso de la extrema derecha el monopolio de la respuesta a cuestiones que están en el interés y la preocupación ciudadana.

Sitúe usted ahí la no integración de las generaciones de inmigrantes que se han quedado o han nacido y educado en el país; los guetos de los suburbios (la "banlieu"); el islamismo, más allá de la fe religiosa, en su dimensión político-cultural, en una Francia que tenía a gala su laicismo y los valores de la República. No entienden todos por laicismo lo mismo. Para unos se queda en el respeto a la libertad de conciencia, en la tolerancia y la diversidad ante las expresiones públicas y la concepción de la vida ciudadana del islamismo en una democracia occidental y, para otros, el laicismo es una seña de identidad nacional que obliga a todos los credos y a todas las expresiones religiosas, también al islam.

Ahí están años de terrorismo. No se puede olvidar la revista satírica Charlie Hebdo, los atentados en la sala de conciertos Bataclan y en varios cafés de París —el juicio pertenece a la actualidad con las crónicas de Carrére—, el atropello de 86 personas en el paseo de Niza, un sacerdote degollado mientras oficiaba misa o un profesor decapitado por haber mostrado a sus alumnos, a quienes quisieran verlas, las caricaturas de Mahoma. Esta violencia muestra un problema. La respuesta que llegó a la ciudadanía lamentablemente pudo ser únicamente la de la extrema derecha y la defensa de la "identidad" de Francia.

"Un peligro mayor que nunca", en tipografía a toda plana, sobre una foto de Marine Le Pen, ocupaba el jueves la primera de Liberation. Una victoria de la extrema derecha es "perfectamente posible", decía Jacques Attali. Con todo, la apuesta mayoritaria —el márketing de Le Point ofrece 5.000 euros de premio para la apuesta acertante— se inclina por un nuevo mandato de Macron. Veremos.

De usted, s.s.s.

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