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Manual para dos crisis

Poco tiene que ver la situación de Alcoa o Endesa con los problemas de la empresa gallega
Alcoa. EP
photo_camera Alcoa. EP

En ese friso de la Transición que es «Anatomía de un instante», el cacereño Javier Cercas detiene el tiempo en el golpe de Estado de Tejero de 1981. En el prólogo, el autor explica que el libro estaba pensado originalmente como una novela, pero la documentación previa le convenció de que la ficción sería un estorbo ante una historia de tal calibre. En esta crisis industrial que no es del todo tal, sino más bien la crisis de grandes industrias implantadas en Galicia, la ficción comienza a aplastar la realidad a golpe de soflamas, que es lo que menos hace falta cuando están en juego miles de empleos. Analicemos la anatomía de este instante, el del "caos energético" del que habla Núñez Feijóo para explicarlo todo, y lo que hay de ficción y realidad en este embrollo. Como Javier Cercas, detengamos el tiempo.

Si el celebrado este viernes, por ejemplo, no fuera el penúltimo Consejo de Ministros antes de que comience la minicampaña electoral del 10-N, probablemente Alcoa no conocería el importe exacto de las compensaciones pendientes por sus emisiones de CO2: 25 millones de euros recibirá San Cibrao, un tercio de los más de 80 millones de euros extra para mitigar el impacto de los costes indirectos por las emisiones de dióxido de carbono de los grandes consumidores de electricidad. Los viernes sociales son ahora industriales. Cabe preguntarse si el estatuto de la industria electrointensiva verá la luz ahora, en cuestión de días, como una particular traca final que cuesta mucho no entender en clave electoral. ¿Qué nos traerá Pedro Sánchez en su visita de este domingo a Galicia? ¿Alcoa, Endesa, AVE...?

Si no estuviésemos en una perenne confrontación que va para cuatro años, donde cada partido busca su espacio a codazos, tampoco tendría lugar la incorporación al programa del PP de Pablo Casado de las propuestas de la Xunta para salvar a la industria electrointensiva, un cóctel de rebajas fiscales presentado esta misma semana, casi en tiempo de descuento, pero que el joven líder popular no tardó en hacer propio.

La propuesta de la Xunta, voluntariosa, pero un casi más de lo mismo: supresión del impuesto de generación eléctrica que instauró Rajoy y del mal llamado céntimo verde (se aplica al carbón, pero ya no al gas), una reducción de cargos de peaje de transporte, así como una ampliación de créditos a ayudas por compensación de costes de CO2, como se acaba de aprobar en este viernes industrial. Todo en manos de Madrid. Y como en la propuesta anterior, los planes de Feijóo chocarán con el Ministerio de Hacienda, porque requieren, casi en su integridad, de modificaciones en la legislación tributaria. Solo una exención temporal, otros seis meses, como sucedió cuando Sánchez llegó a La Moncloa con el impuesto del 7% de la generación eléctrica, podría hacer las veces de anestésico. Un parche temporal. Otra patada hacia adelante.

Tiene esta mal llamada crisis industrial en Galicia mucho de coyuntural. De circunstancia. Y el contexto y la hipérbole los pone de nuevo una cita electoral y los tiempos a manejar por unos y otros. También por las empresas, que parecen pasar de puntillas por toda esta historia. Alcoa con su retórica de las reticencias cada cierto tiempo, ahora más en serio que nunca, dictados de Pensilvania incluidos. Endesa con sus decisiones unilaterales, muy legítimas, sí, pero en qué momento, con qué modos y de qué manera, sin plan B a la vista para toda una comarca... ¿Miden sus ejecutivos también los tiempos electorales y el alcance de sus decisiones? El pleonasmo aburre, más allá de un precio de la energía que resulta inasumible, cierto, pero también lo es para los competidores españoles de Alcoa, que los tiene. O unos costes internos disparados para otros productores térmicos como Endesa, que los hay: EDP, Naturgy, Iberdrola, Viesgo... La crisis de esta gran industria no se ciñe a Galicia, aunque el golpe se sienta más por las dimensiones de las plantas.

Y de la crisis coyuntural a la otra, la estructural, que la hay, pero con rasgos distintos. Barreras, Vulcano, R, Isowat, Poligal e incluso Navantia... Tenemos ejemplos. Los propios presupuestos de la Consellería de Economía para el próximo año son fiel reflejo de esta realidad. El departamento de Francisco Conde, que no puede permitirse volver a ser una UCI de empresas como sucedió con Xesgalicia durante la gran recesión, activa ayudas por valor de 4 millones para trabajadores afectados por ERE y triplica sus aportaciones a empresas en dificultades, que ascienden a 17 millones de euros. Es la prueba del algodón de que la política industrial de la Xunta da para lo que da. Muy difícil encajar desde Galicia golpes como los de Alcoa o Endesa. Hace falta un Gobierno.