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Lotería de fondos europeos

Nadie conoce el mecanismo de asignación del fondo de reconstrucción al que aspira Galicia

El ministro Ábalos inaugurará el lunes en Zamora un nuevo tramo del AVE a Galicia. Un trayecto de 110 kilómetros que reducirá sustancialmente los tiempos de llegada de una conexión ferroviaria de la que hemos perdido ya la cuenta de los retrasos. El asunto ha despertado poco o ningún entusiasmo por estas latitudes. Es el pasado, con sus años y años de demora, lo que se inaugura el lunes. Lecciones de la pandemia, cuando a cualquier trabajador se le pregunta hoy por las infraestructuras a mejorar, lo que sin duda primero se le viene a la cabeza son las digitales, esas conexiones de fibra que le permitan trabajar desde cualquier lugar de Galicia en medio de una crisis que no atiende a planes, previsiones o estrategias. ¿Por qué será?

Galicia convive con problemas sin resolver y asuntos pendientes sin cerrar (ahí está la metáfora del AVE, pero también la del carbón y las térmicas o Alcoa y la industria pesada) mientras se abre a un escenario que, nos dicen, será "verde, digital, inclusivo y social". Una transición, en síntesis, que se superpone y se coloca como una lápida encima de problemas estructurales que siguen ahí, pretendiendo enterrarlos, como puede ser el mapa inacabado de las infraestructuras físicas o los desequilibrios de la estructura productiva.

Ese nuevo nutriente a aportar al sustrato de la economía gallega se llama Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Y tiene una marca: Next Generation. El dinero de Europa. Sobre el papel, España será Lotería de fondos europeos el segundo mayor beneficiario, con 140.000 millones, un 52% a fondo perdido y el resto en préstamos. Esto es, 72.700 millones en subvenciones y 67.300 en créditos. Europa acudirá a los mercados para financiar la operación. Y al margen de que el Gobierno ponga por delante las subvenciones directas a los préstamos, todo tiene unos tiempos. El límite es 2023 para cualquiera de los dos recursos, sean fondos retornables o no.

Y ahora llegan las prisas, en lo que parece una loca carrera por optar a los fondos sin tener nadie muy claro cómo se articularán los proyectos de inversión a financiar. El propio Pedro Sánchez ha dado el pistoletazo de salida sin conocer la trayectoria ni los obstáculos que habrá que sortear. Hasta ahora, solo una fecha límite para la presentación de las propuestas: abril de 2021.

Nadie conoce los mecanismos y criterios de evaluación y selección de proyectos. Lo dice hasta la propia Fedea, la fundación creada por el difunto Luis Ángel Rojo. "Aunque es cierto que habrá que actuar con premura sería necesario contar con un filtro, idealmente independiente, que garantice que los proyectos seleccionados cumplen unos estándares mínimos, lo que también facilitará su aprobación por las instituciones europeas". Primer y gran problema.

Sobre este tapete Galicia se juega mucho dinero. Y todavía más expectativas. Tantas, como el empeño que ha puesto la Xunta. Feijóo ha aprovechado ese laboratorio de ideas que fue el comité de expertos armado durante el confinamiento, y su equipo ha dado forma a determinadas iniciativas que pintan bien. Siete proyectos que suponen una inversión de 3.200 millones de euros "y la creación de 18.000 empleos", según anunció el presidente, serán presentados por Galicia en la Conferencia de Presidentes del próximo lunes. Pero la incertidumbre que rodea todo lo que son los fondos de reconstrucción ha hecho que, súbitamente, en poco más de una semana, el plan inicial se estire como un chicle y ahora tengamos 108 propuestas que pretenden sumar nada menos que 9.400 millones.

Nadie quiere poner nombre a las iniciativas, pero la presencia en las primeras filas durante la presentación pública de los planes, como fue el caso de Pablo Isla (Inditex) o Manuel Gómez Franqueira (Coren), ofrece muchas pistas de quién estará detrás de proyectos tractores como la fabricación de fibras textiles a partir de la madera o el tratamiento de residuos generados por explotaciones ganaderas. Inversiones que arrastrarán, también sobre el papel, una pléyade de actores secundarios.

Economía circular, energías renovables, tecnologías digitales... Entre tanta ambición, otro «pero»: los fondos de reconstrucción no parecen el instrumento más adecuado para lidiar con los problemas de sectores como el turismo y la hostelería, los servicios, en síntesis, primera línea de batalla de la crisis generada por la pandemia. Y eso, además de la lotería que se avecina.

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