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Galicia en clave de familia

La relevancia de las empresas de capital familiar, inmensa mayoría, no siempre es valorada

LA CARA oculta de nuestra historia. El catedrático Ramón Villares, en un prólogo brillante a una obra no menos abrumadora en semblanzas empresariales dirigida por su colega Xoán Carmona, alude a "apuntamentos biográficos, a enlaces matrimoniais, a relatos desprovistos do aburrimento dos balances contábeis e das certezas estatísticas" para describir trayectorias concretas de quienes "por riba de todo se fixaron como obxectivo da súa vida non deixar as cousas tal como as atoparon". Esa cara oculta son los empresarios gallegos.

El histórico repaso de la obra incluye una nómina de apellidos como García Cambón, Fernández López, Gómez Franqueira, Castromil, Barreras, Freire Lago o Calvo Sanz, entre muchos otros. Sin embargo, ninguna alusión directa, ni una línea, por obvias, a lo que realmente eran sus proyectos, empresas familiares en sí mismas, gran parte de las cuales se han consolidado con los años. ¿Por qué? Simplemente porque Galicia es una gran empresa familiar. Sin ser exclusivo, ese rasgo es más que sobresaliente, casi privativo, entre el tejido empresarial autóctono. De poner en valor ese atributo diferenciador de la empresa gallega, por sus dimensiones, se ha encargado otro catedrático, Santiago Lago, de la mano de la Asociación Gallega de la Empresa Familiar, presidida por Emilio Pérez Nieto.

El estudio, presentado esta semana y elaborado sobre una muestra de nada menos que 144.000 firmas domiciliadas en Galicia, concluye que más del 92% son empresas de capital familiar. Son cuatro puntos por encima de la media española. Si nos quedamos con las cien primeras empresas autóctonas, un total de 69 son propiedad de familias gallegas, en cualesquiera de sus generaciones. Y en cuanto al total de empleo,
más del 86% es generado por compañías de estas características, nada menos que veinte puntos por encima de la media nacional. Otro dato más: el Valor Añadido Bruto (VAB) medio, es decir, la riqueza generada por una empresa familiar gallega, se sitúa en 2,2 millones de euros, frente a los 1,6 millones de media en España.

¿Es Inditex una empresa familiar? Pues es indudable que sí, por globalizada que esté. Lo es también la compañía maderera más grande de España, Finsa, con base en Santiago, paradigma de una transición de primera a tercera generación de libro. Sus propietarios lograron resolver la ecuación,
a través de lo que se entiende por un consorcio de primos, y desterrar de la mitología empresarial esa leyenda de que los nietos del fundador acaban por dar al traste con el proyecto. "Las empresas son seres vivos, nacen, se desarrollan y mueren, y a veces se debe simplemente a una muerte natural". Lo explica Roberto Díaz-Rincón, presidente de Invertaresa y otro de los miembros de la patronal de la empresa familiar.

El de la sucesión en el seno de estas empresas es desde siempre motivo de desvelo. Y no solamente a la hora de exigir a la Xunta la supresión del Impuesto de Sucesiones, ahora ya exento en un 96%. Actualmente, según cálculos de Pérez Nieto, el 90% de las cien primeras empresas gallegas de capital familiar tienen un protocolo de sucesión, y prácticamente la mitad han adoptado un código de buen gobierno corporativo, lo que fomenta la incorporación de independientes. La profesionalización es un asunto en el que se ha avanzado en los últimos años, según el presidente de la patronal.

Este tipo de compañías, a juicio de Santiago Lago, encargado de coordinar las cátedras de las universidade gallegas dedicadas al estudio de la empresa familiar, reflejan mejor la realidad social que otras. Por ejemplo, "teñen moita maior presenza da muller ", asegura, y cuentan con mayor estabilidad
en el empleo. ¿Y por qué hay tantas emperesas familiares en Galicia? Por una cuestión de atractividad. En opinión del catedrático, uno de los autores del informe presentado esta semana, "Galicia, historicamente, non é atractiva para as multinacionais, e eso define o emprendemento" propio. "Son empresas que teñen que facer máis esforzos que as demais, e facelo en familia ", explica.

¿Son las empresas de capital familiar una especie a proteger? Pues si nos atenemos a los datos presentados y a su peso en la economía real resultaría una temeridad asegurar lo contrario. Galicia convive, desde hace muchas generaciones, con este tipo de compañías, de esas que representan, como dice Ramón Villares, "a cara oculta da nosa historia". Es una coexistencia silenciosa, y a veces por ello resulta casi imperceptible, pero que inunda y da sentido a nuestro tejido productivo. Por ello, su puesta en valor resulta obligada. Del universo Inditex a un pequeño concesionario de automóviles.

Bruselas: búsquese la vida, sector lácteo

De perfil. Para que el impacto de las críticas sea el menor posible. Y muy pocos detalles, para despistar a quien a estas alturas parece ya el enemigo. Así se ha puesto y así ha actuado el comisario europeo de Agricultura, el irlandés Phil Hogan, ante los problemas del sector lácteo. Un año sin cuotas, una crisis sin precedentes que arrastra los precios de la leche a cotas impensables y la solución pasa por volver a lo mismo pero sin que la mano de Bruselas se note por ningún lado. Peor todavía. Básicamente, el mensaje del comisario a ganaderos, productores y cooperativas ha sido algo así como que controlen ustedes la oferta, ajustándola a una demanda internacional y doméstica a la baja, pero háganlo solitos. Olvídense de la competencia por un tiempo, produzcan menos y ya verán, enseguida se recuperan los precios. Y, ojo, no cuenten conmigo, póngase de acuerdo entre ustedes para reducir la producción, ha venido a decir.

Todo ello implica, entre otras cosas, volver al sistema de cuotas, algo que a estas alturas muchos añoran en Galicia, pero sin cuotas, en este caso vía limitaciones voluntarias, en medio de una selva que la Unión Europea no parece dispuesta a ordenar.

¿Y nuestra ministra, Isabel García Tejerina? Pues en funciones. Peor. Un Gobierno que, al no sentirse obligado, se niega a comparecer en el Parlamento para dar cuenta de sus gestiones, como hemos comprobado esta misma semana, es un Ejecutivo que en cierta medida no está legitimado para defender los intereses españoles ante los socios comuntarios. Al menos, si no hay unanimidad parlamentaria. El tiempo corre y el campo lo está pagando.

ALFONSO RUEDA. Vía libre a los casinos de Comar y Egasa en Santiago y Vigo

En distinta ciudad o núcleo urbano pero en la misma provincia. No hace falta dar muchas más pistas, sobre todo si atendemos a los planes que llevan barruntando durante años los dos grandes grupos gallegos del juego, Egasa y Comar. Los casinos anexos o sucursales que permite la normativa aprobada esta semana e impulsada por la Consellería de Presidencia tienen ya ubicación. El de A Toxa, gestionado por los González Fuentes en alianza con Cirsa, podrá desembarcar en Vigo, con la vista puesta en el mercado del norte de Portugal. Y José Collazo, desde el Casino del Atlántico, dará el salto a Santiago, y seguirá el modelo aplicado por el de Aranjuez, de su propiedad, con la sala instalada en plena Gran Vía madrileña. El del juego es un sector especial, por decirlo de algún modo, y si algo ha puesto a prueba la crisis es precisamente la viabilidad de los dos casinos, A Toxa y Atlántico. Eso lo sabe bien Alfonso Rueda, artífice de la norma.

IGNACIO SÁNCHEZ GALÁN. Victoria de Iberdrola por la manipulación de precios en el Sil 

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia propone y la Audiencia Nacional dispone. Y ahí se queda de momento la multimillonaria multa impuesta, unos 25 millones, por el organismo regulador a la multinacional presidida por Ignacio Sánchez Galán. Para algo está el Estado de Derecho y para algo están también los equipos jurídicos de las grandes eléctricas. Pero lo cierto es que Iberdrola, a ojos de Competencia, alteró y manipuló los precios en tres cuencas, entre ellas la del Sil, en beneficio propio. Lo detalla un largo expediente incoado con todo lujo de detalles. De momento, la Audiencia Nacional no entra en el fondo del asunto, y simplemente pide un aval por esos 25 millones. Se trata de una suspensión, que se suma a los interminables golpes de efecto que logran las grandes empresas ante la Justicia cuando es Competencia quien multa.

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