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El precio de las tractoradas

LA DIGNIDAD del campo gallego, a ojos de los contables de industrias y grandes superficies, tiene precio. Su valor es otra cosa bien distinta. Ese precio marca oficialmente desde el pasado mes de julio unos 27,6 céntimos el litro de leche, seis menos que hace un año, y también por debajo de los 0,34 céntimos en que se sitúa el coste medio de producción en España, que coincide exactamente con el precio medio en origen pactado en Francia para pagar por el litro de leche a unos ganaderos que también han sacado los tractores de la calle. Y todo ello, hasta donde llegan las estadísticas del Ministerio de Agricultura, que no es muy lejos, porque cualquiera de los dos mil ganaderos que tomaron las calles de Lugo estos dos últimos días sabe que los precios caen por debajo de los veinte céntimos en los casos más sangrantes.

La cuestión es que la dignidad del campo no es negociable, como supuestamente lo son los precios, que en Galicia siguen a la cola de España. De demostrar esa dignidad se encargan los productores que sacan de nuevo sus tractores a la calle, y que reciben, en la mayoría de los casos, comprensión y hasta solidaridad como respuesta por parte de la sociedad gallega.

Sin embargo, también obtienen silencio como réplica a su lamento. Y en este caso de dos actores clave en la crisis láctea desatada desde la desaparición de las cuotas. Lo sabe muy bien la ministra del ramo, Isabel García Tejerina, que ha demostrado cierta bisoñez en todo el proceso, errando de inicio en el cálculo de la magnitud del problema que tenía delante y, esta misma semana, en una reunión con el comisario europeo del ramo que tuvo como resultado más negativas a sus planes. De no haber soluciones en breve, la ingenuidad de la ministra mutará en torpeza, y será gracias, en gran medida, a esos dos actores que envuelven en reservas su posición ante las propuestas de pacto de García Tejerina y ante los ganaderos.

El silencio está resultando muy rentable en esta crisis para la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), que aglutina el 95% de la transformación en España, y para la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged), que cuenta con una veintena de socios del tamño de Alcampo, Carrefour, Eroski o El Corte Inglés. A partir del lunes, tras una cumbre extraordinaria de ministros de Agricultura de la UE a la que Gobierno central y Xunta lo fían todo, ambas patronales, actores clave para lograr un acuerdo, tendrán que retratarse más allá de esas explícitas y sonoras reservas mostradas hasta ahora.

Todo es negociable para lograr un pacto en el sector lácteo menos la dignidad del ganadero

La capacidad de persuasión, en unos casos, y de presión, en otros, resulta crucial para resolver esta crisis. Y no solo por parte de los ganaderos. En ello le va el sueldo a la ministra y también a toda nuestra clase política con alguna responsabilidad en el sector, por muy limitada que sea, caso de la conselleira de Medio Rural. A nadie se le escapa que Rosa Quintana sabe mucho más de pesca y marisqueo que del sector lácteo. Desde que en 2012 Samuel Juárez dejase la cartera, el tiempo se ha encargado de demostrar que la fusión de dos departamentos (Medio Rural y Mar) de tal importancia para la estructura económica gallega no fue la mejor de las soluciones.

Tienen razón quienes apelan a ese bucle letal que arma el final de las cuotas, la caída de precios a escala internacional (casi como cada tres años, de forma cíclica, desde hace unos treinta) y la bajada del consumo por el cambio de hábitos. Pero eso no lo explica todo. Y mucho menos puede servir para justificar la crisis del sector y orillar responsabilidades ante un pacto tan necesario.

Al nulo poder negociador de los ganaderos ante la industria se une un desequilibrio estructural que afecta a ambos, y se extiende por casi todo el cinturón lácteo gallego. Y también conviene poner nombres. Seis de cada diez litros de leche recogida en Galicia están en manos de cinco compradores: Lactalis, Leite Río, Corporación Alimentaria Peñasanta, Leche Celta y Feiraco. Que hasta diez grupos se lleven el 70% de las entregas dice mucho del grado de concentración de la industria ante el ganadero, casi siempre vinculado a explotaciones familiares. Y algo más del 52% de la leche transformada en Galicia se destina a ''marca blanca'' para grandes superficies, otro estigma a la hora de conformar precios, que en este caso se fijan en sentido inverso al resto de la cadena.

Por todo esto es tan importante llegar a un pacto en el sector como el planteado, que es de mínimos y afecta a industria y distribución. Y por eso es también necesario que Bruselas intervenga. El árbitro no puede irse al vestuario a mitad de partido. Llegamos a la prórroga y todo es negociable menos la dignidad mostrada por los ganaderos.


Entre Soria, Alcoa y las subastas eléctricas
ACABAR por decreto con el déficit de tarifa que secularmente arrastra el sector eléctrico tiene algunos peajes muy desagradables. Sobre todo para los trabajadores de compañías muy intensivas en energía, caso de Alcoa en San Cibrao, también en A Coruña o Avilés; Megasa en Narón o Ferroatlántica en Cee y Dumbría. El caso es que el ministro del ramo, José Manuel Soria, no tuvo mejor ocurrencia que introducir dosis de competencia en un asunto muy delicado: los incentivos que el Gobierno otorga a los grandes consumidores por su disponibilidad para desconectarse de la red ante picos de demanda, y así contribuir a la estabilidad del sistema. Este mecanismo, que hasta ahora no dejaba de ser una herramienta concebida como subsidio encubierto, tiene actualmente en las subastas de interrumpibilidad un auténtico quebradero de cabeza que tiene en jaque a cientos de trabajadores. Y no es debido exclusivamente a la tozudez del ministro, empeñado en reconducir los alarmantes costes del sector eléctrico en tiempo récord, sino por unos directivos que cargan sobre el más débil el problema y amenazan con cierres y deslocalizaciones si no resultan del todo beneficiados en las pujas. Es cierto que sin conocer los costes eléctricos a uno o dos años vista resulta imposible planificar inversiones, pero de ahí a las amenazas apocalípticas hay un trecho.

Entre silencios que nada ayudan a aportar sosiego, Alcoa parece tener garantizados los megavatios para la planta de San Cibrao, la joya, pero el miedo cunde en A Coruña y Avilés entre la plantilla. No parece la mejor manera de hacer política industrial, y mucho menos de gestionar una empresa.


JACOBO GONZÁLEZ.ROBATTO. La hora de la verdad para despejar el futuro de Pescanova
A FINALES de este mes habrá nueva hora de la verdad para Pescanova. Una junta general extraordinaria que pondrá punto final al grupo que salió del concurso de acreedores y supondrá su refundación. Pero la banca acreedora y el hombre que está llamado a ocupar la presidencia, el financiero Jacobo González-Robatto, saben que tienen un problema con los minoritarios. Los que han dado la cara hasta ahora, un grupo de 103 accionistas que detentan el 6,3% del capital, y los que moverán ficha de aquí a la celebración de la junta, con pesos pesados significativos que a pesar de todo tienen todavía mucho que decir: el expresidente Fernández de Sousa-Faro, los Carceller, Alfonso Paz-Andrade, los Masaveu. Todos ellos siguen en el capital, que en la nueva Pescanova quedará reducido a la mínima expresión, un 5%. De momento, los minoritarios atrapados en una suerte de corralito exigen más. Y llegará el momento de los tapados.



ADOLFO DOMÍNGUEZ. Un plan estratégico para la reinvención del grupo textil
ADOLFO Domínguez no se arruga. Al menos, sobre el papel. El emblemático grupo textil ha presentado a la junta general de accionistas un plan estratégico a tres años, que concluirá en 2018, y que será pilotado por el flamante consejero delegado, Estanislao Carpio. La nueva medicina llega con árnica para la plantilla en Galicia, inmersa en un expediente de regulación de empleo pactado para los servicios centrales. Adolfo Domínguez, mientras, renueva la cúpula con ex directivos de competidores directos, como Hugo Boss y Cortefiel, y buscando la rentabilidad por punto de venta. Habrá más cierres de tiendas, seguro, pero también un intento por impulsar su internacionalización allí donde es y puede ser fuerte. Así, en México consolidará su presencia y en Japón revitalizará la marca, al tiempo que en España racionalizará su estructura. Un reto.

*Se mantiene el idioma original del artículo, publicado el sábado 5 de septiembre en la edición impresa.

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