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Diez motores para Galicia

Como Citroën con su macroinversión, grandes compañías siempre tiran de sectores clave

CUATRO y un tambor. Al abordar la estructura de la economía gallega, dejar en una reducida nómina el grupo de empresas que son sinónimo de sectores productivos enteros no sería de justicia. Sin embargo, se pueden contar con los dedos, en este caso de ambas manos, las grandes compañías que, con su actividad, su negocio, su política de inversiones y sus exportaciones, condicionan esos mismos sectores. Son los motores de la economía gallega, que ejercen una fuerza motriz determinante desde hace años. El caso más reciente lo tenemos en Citroën. La macroinversión anunciada en la planta de Balaídos, unos 600 millones en un nuevo modelo, no solo da un respiro al político de turno y a la propia plantilla. El clúster de proveedores de PSA, más de cien compañías, está también de enhorabuena. Aspiran a fabricar un tercio de las piezas del nuevo modelo.

La automoción es uno de esos sectores que cuentan con un tractor. La planta del grupo francés y su industria auxiliar y de componentes suman el 15% del Producto Interior Bruto (PIB) gallego, según sus propios cálculos, con casi 20.000 empleos directos. Grupos de capital autóctono como Copo o Viza Automoción se han convertido en auténticas multinacionales a rebufo de las inversiones de Citroën por medio mundo.

¿Es un caso aislado el de PSA? Ni mucho menos. Galicia cuenta con empresas que son punto y aparte en sus respectivos segmentos, que paradójicamente son los resortes productivos de nuestra economía. Automoción, textil, madera, naval, agroalimentación, pesca y conservas... Siempre una gran empresa, a lo sumo dos, detrás de cada uno de los pilares productivos gallegos. Es tal esa inercia que hasta profesores como Edelmiro López apuntan gráficamente, al abordar la situación de la industria transformadora, que Lactalis debería ser el "Citroën del sector lácteo" gallego. Entre el grupo francés, desde Nadela y Vilalba, y Leite Río se llevan actualmente casi la mitad de la recogida de leche en Galicia.



El textil, un sector de contrastes, tiene en Inditex su singular ejemplo. La multinacional de Arteixo tira de informes de PWC para ponerse en valor en Galicia: su aportación al PIB suma un 2,5%. La compañía cuenta con 6.600 proveedores en España, con epicentro en la comunidad gallega, y de manera directa, indirecta e inducida, genera en Galicia unos 22.000 empleos. ¿Alguien puede dar más o, al menos, acercarse a esa influencia? Miremos a la madera.

Dos datos, en este caso, de KPMG, ilustran la influencia de Ence en el monte gallego: la celulosa de Lourizán genera, de forma inducida, el 30% del empleo forestal y cuenta con 1.800 proveedores. Si a su influencia sumamos otro operador clave en el monte, Finsa, en plena fase inversora después de su particular travesía durante la crisis, pues ya tenemos otros dos tractores determinantes. Pescanova podría volver a serlo para la pesca, como Jealsa-Rianxeira y Calvo lo son para la conserva gallega. Entre ambas, si sumamos al rey de la marca blanca, Frinsa, concentran el 60% del negocio conservero gallego. Coren, desde Ourense y con un modelo muy diferenciado, cierra el círculo de la agroalimentación.

Lejos de esa influencia, pero en la misma dirección, está Navantia, del lado público, y una menguada Barreras tras la crisis de Pemex, para el sector de la construcción naval. Es cierto que en la ría de Vigo hay ejemplos de solvencia por parte de astilleros medianos, pero los grandes contratos, y su efecto arrastre, así como el empleo, están donde están. En este caso por el lado negativo, en solo un año, el 2014, las axuliares de Navantia llegaron a despedir en la ría de Ferrol a más de 1.200 trabajadores, prueba inequívoca de su dependencia.

Y aquí comienzan los problemas. Porque los motores, a veces, se gripan. Estos siete años de crisis nos han dejado ejemplos de auténticos revolcones laborales en forma de ERES en determinados sectores, sobre empresas pequeñas y medianas, convertidas en proveedores en exclusiva de grandes grupos, que optaron en su momento por frenar sus compras. Otra tendencia preocupante: solamente un centenar de empresas se llevan la mitad de las exportaciones gallegas. Automoción y textil, es decir, Citroën, Inditex y sus satélites, concentran prácticamente la mitad de las ventas al exterior, prueba evidente de una dependencia que no afecta solo a los proveedores, sino que indice directamente en la actividad del tejido productivo gallego. 

Alguien dijo que, realmente, el objetivo último de una pyme es hacerse mediana, y el de ésta convertirse en una gran empresa. En ello debería estar Galicia para contar con muchos más motores productivos.

Rosell, Diéter y la amenaza de preconcurso

¿TENEMOS los patronos que nos merecemos? El catalán Joan Rosell, el jefe de los empresarios, presidente de la CEOE, tiene sus recetas: "El trabajo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX". Una afirmación que bien podría engrosar la más extravagante antología del disparate. Un dato lo dice todo. Hablar de empleo en el XIX, cuando las estadísticas muestran que la esperanza media de vida de los españoles no llegó a los cincuenta años hasta bien entrada la década de los treinta, resulta hasta insultante. Por no hablar de una protección social inexistente, unos derechos laborales en pañales, unos índices de escolarización ridículos (en Galicia, en 1900, la tasa de alfabetización estaba en el 32,1% de la población) y un trabajo infantil convertido en recurso barato para los patronos. ¿A qué siglo se refería realmente Rosell?

No hace falta preguntar por todo esto a un demógrafo, ni a un historiador, ni mucho menos a un sindicalista... Pero, ¿qué opina de todo ello el presidente de los empresarios gallegos, que además es profesor jubilado? A buen seguro que Antonio Diéter Moure tiene su opinión personal sobre las desacertadas palabras de Rosell, que se la guarda. Como tantas otras. Y es que desde que accedió a la presidencia de la Confederación de Empresarios de Galicia, hace ya cinco meses, el ourensano no ha dicho esta boca es mía para hacer la más mínima valoración sobre algo que no sean los problemas internos de la patronal. Como agente social que es, la patronal gallega también está para marcar posición, por ahora inexistente. La verdad, bastante tiene Diéter con evitar el preconcurso de acreedores.

ISABEL GARCÍA TEJERINA, ministra de Agricultura en funciones

Una ministra que no va a mover un dedo por el sector lácteo
 
A OTRO TEMA. La ministra de Agricultura en funciones se ha quitado al fin la careta de su verdadero papel en la crisis del sector lácteo. Isabel García Tejerina considera que las demandas de ganaderos, cooperativas e industrias "están atendidas", que es tanto como decir que hasta aquí ha llegado en sus esfuerzos por atajar esta peculiar crisis. La vallisoletana considera que existe "una cierta estabilidad de precios" y que su tendencia a la baja "es cuestión de milésimas". Habla claro la sucesora en el cargo de Arias Cañete, ahora mucho más preocupada por la situación de la producción de frutas y hortalizas. Vamos, todo esto suena ya a un pasotismo supino, a no pasar del pacto lácteo firmado hace meses y que se ha quedado en papel mojado. ¿Qué pensarán los 2.000 ganaderos gallegos que, como advierte Unións Agrarias, venden su leche por debajo de los costes de producción? Mal principio y mal final para todo esto.

JACINTO REY, presidente del grupo San José

San José y el final de la operación Chamartín

EN LOS AÑOS noventa, Constructora San José se hizo con Huarte, una de las históricas del sector, que atravesaba una profunda crisis. El viaje duró poco, ya que la constructora navarra pasaría después a manos de Villar Mir para conformar lo que hoy en día es OHL. Era la primera incursión seria de Jacinto Rey en el mercado nacional.  También en aquella década se fraguó el que sería uno de los proyectos urbanísticos más ambiciosos de Europa, la operación Chamartín, la prolongación de la Castellana sobre terrenos de Renfe y Adif. Jacinto Rey se había aliado con el BBVA. Han pasado veinte años, muchos cambios de color político en las administraciones implicadas, hasta llegar a Manuela Carmena, una alcaldesa que parece tenerlo muy claro y ha dejado el proyecto en una auténtica miniatura. La operación Chamartín tendrá que esperar de nuevo.

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