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Algo de luz para Alcoa

Nuevo escenario: el grupo concurre a la subasta eléctrica con San Cibrao, A Coruña y Avilés

Manifestación de Alcoa en A Coruña. CABALAR (EFE)
photo_camera Manifestación de Alcoa en A Coruña. CABALAR (EFE)

PLANTEAMIENTO, NUDO y desenlace. Como una estructura narrativa clásica, con sus tres fases, la crisis generada por Alcoa con el anuncio del cierre de las plantas de A Coruña y Avilés parece sacada de un libreto ya conocido, que se repite, aunque esta vez con especiales dosis de dramatismo por esa política de hechos consumados (el Ere de extinción para toda la plantilla) que en algunos ámbitos ya se comienza a interpretar como un órdago a la grande que puede tener hasta marcha atrás si encajan todas las piezas. Esta semana ha sido decisiva en el cambio de escenario, que también tiene su propio 'tempo', marcado por la cuenta atrás del Ere y las tan reclamadas subastas de interrumpibilidad eléctrica, a celebrar en diciembre. Un perverso calendario. Otra vez.

Vayamos con el nudo, que es como la travesía de un avión entre el despegue  (planteamiento) y el aterrizaje (desenlace). Después de ese anuncio de cierres que representó el arranque de la crisis para la multinacional llegaron semanas de encendidas y justificadísimas protestas. Fue el período en el que se abrió a consultas el Ere ahora ampliado por la propia compañía, que es un dato importante. Hay más. También fueron los días de reuniones en Madrid, al menos dos con sustancia, en las que participaron Gobierno central, autonómicos (Galicia y Asturias), trabajadores y ejecutivos de Alcoa. Nada de nada fue el resultado.

Hasta tal punto llegó la parálisis negociadora que, por el tono de sus declaraciones en Madrid, el propio presidente gallego parecía haber tirado la toalla con la planta de A Coruña. Tras la última reunión, Núñez Feijóo miró a A Mariña al aseguar públicamente que había que prestar especial atención a los más de 1.300 trabajadores de Alcoa en San Cibrao. Todo un presagio: los cierres de A Coruña y Avilés parecían descontados.

¿Y qué ha sucedido ahora, para que en este nudo tengamos algunos cabos que ya no están sueltos? Pues sucedió en la última reunión mantenida esta semana entre trajadores de Avilés y ejecutivos de Madrid, a la que dieron plantón los de A Coruña, sin que podamos tener la certeza de que esa fuera la mejor decisión que pudieron adoptar. El resultado: el grupo está dispuesto a escuchar ofertas de compra por las dos plantas, algo descartado hasta ahora de forma tajante después de los sondeos realizados entre inversores este mismo año.

Lo hará mientras dure el período de consultas del Ere. Todo son condicionantes añadidos en ese calendario tan angustioso hasta final de año. Con esa posibilidad abierta, la de la venta de las fábricas, que era el objetivo que perseguían por activa y pasiva desde el Gobierno, es indudable que se abre un nuevo escenario y dos son los progatonistas que se incorporan al plató: Alibérico, pilotada por el gallego Clemente González Soler, y Aludium, la compañía que compró a Alcoa las plantas de Amorebieta (Vizcaya), Alicante y Castelsarrasin (Francia) en 2015. Todo es silencio entre los protagonistas en este nuevo guión improvisado y paralelo, con la seria amenaza de que sean fondos de inversión, con todo lo malo que ello conlleva, los que pujen finalmente por A Coruña y Avilés a cambio de fuerte apoyo público. El negocio, en ese supuesto, no sería el aluminio.

Pero hubo otra sorpresa mayúscula en la última reunión de Madrid. Alcoa despejaba una incógnita mantenida hasta ahora: el grupo anunciaba que se presentará a las subastas de interrumpibilidad con todas sus fábricas. Aire para A Coruña y Avilés, que concurrirán en la puja con San Cibrao. Un día después, como si todo comenzase a encajar, el BOE publicaba la convocatoria oficial, que se celebrará entre el 10 y el 14 de diciembre. A pesar de que el modelo diseñado no es del agrado de prácticamente nadie (una subasta para un semestre y un reparto de bloques casi igual a anteriores convocatorias) este giro sí que puede ser determinante.

¿Por qué se presenta Alcoa a la subasta con A Coruña y Avilés si va a cerrar las fábricas de forma inminente? ¿Tiene algún sentido? ¿Ante un cierre seguro un Gobierno en sus cabales le adjudicaría algún bloque de megavatios? ¿Toman al equipo de Sánchez por una panda de ingenuos? A estas alturas del conflicto parace claramente que no. Hay otras dos opciones para interpretar este movimiento: que todo esto esté ya un poquito más pactado y la intención sea, con los dineros de la subasta de interrumpibilidad, hacer más atractivas las plantas ante una eventual oferta de compra o, por el contrario, volver al punto de partida de todas las crisis de Alcoa, es decir, simplemente lograr más megavatios y seguir. Esta última opción parece las más remota. El desenlace a todo esto, como siempre, en diciembre. 

Turno para las térmicas y aviso a Reganosa
Muy malos tiempos para la industria gallega, precisamente el sector que genera puestos de trabajo más estables. Ahora es el turno de las dos centrales térmicas, una amenaza que no por anunciada hace meses tiene menos trascedencia. De Naturgy, la antigua Gas Natural-Fenosa, poco se podía esperar. El de Meirama (200 empleos) es un languidecer evidente en los últimos años, sin apenas inversiones, y su cierre tocará en 2020. Mucho peor es el asunto de As Pontes, con más de 800 trabajadores en plantilla. 

Endesa lo intenta con un plan de inversiones que todo parece indicar se puede ajustar a las directivas europeas sobre emisiones. Pero ni eso. Antes del 2030 caerá por su propio peso, viene a decir el secretario de Estado de Energía. Y se queda tan ancho.

Peculiares vaticinios los de José Domínguez, que también toca la cara a Reganosa, al asegurar que el sector gasista, con una evidente sobrecapacidad instalada en España, debe reorientarse al hidrógeno. En resumen, toque de atención al Grupo Tojeiro y a la propia Xunta, segundo accionista de la regasificadora de Mugardos. ¿Y qué dicen los afectados? Pues mutis total.

Núñez Feijóo y su conselleiro Francisco Conde invitan a las centrales a posicionarse, y a la vez esgrimen que con esos cierres Galicia pasará a ser deficitaria de energía. Y en cierto modo, así es, pero por una cuestión muy sencilla: el carbón hacía que Galicia fuera eminentemente transformadora de energía, que no productora. Esa es una clave importante que pasamos por alto. España, isla energética, siempre tendrá un problema, porque las térmicas aportaron muchos gigavatios al sistema en 2017.

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