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El virus deja un colapso

La crisis de los suministros destapa la vulnerabilidad de una economía como la gallega

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Para conocer y entender en estos momentos lo que sucede en nuestro entorno más próximo debemos irnos muy lejos. Un viaje que se hace, básicamente, por mar. Solo así podremos encontrar respuestas. Cuatro datos nos ponen sobre la pista. El transporte marítimo representa el 80% del comercio mundial. Y, aproximadamente, nueve de cada diez toneladas de ese proceso de intercambios se realizan en contenedores, la auténtica "caja mágica" de la economía mundial.

Sumemos a todo ello que quince de los veinte puertos más importantes del mundo están en Asia. Los diez principales, sin ir más lejos, son asiáticos. Sobresale China, con seis terminales. El primer europeo es Roterdam, en el puesto once. Y el primer americano, Los Ángeles, se cae al puesto 17. Bueno, pues ya tenemos el mercado concentrado geográficamente.

Ahora, para completar la ecuación, veamos ese grado de concentración trasladado a los operadores, si es que lo hay. Pues resulta que cinco grandes navieras controlan la mitad de las toneladas transportadas. La crisis de los fletes, con costes que se multiplican por cinco y se deciden en muy pocos despachos, hace que el aumento de precios llegue por mar. Y, lo hace, básicamente, desde un país que tiene en estos momentos cerradas sus fronteras, China, y que aplica confinamientos estrictos y selectivos en ciudades enteras. ¿Más preguntas? Pues sí. ¿Y qué tiene que ver todo esto con Galicia? Bastante. Veamos, porque el asunto tiene miga.

Tanta, que el ejemplo está en los cereales y otras materias primas para la alimentación empleadas en la ganadería. Lo explica Gonzalo Flores, del Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo. Tres puertos, A Coruña, Marín-Ría de Pontevedra y Vilagarcía, emergen como puerta de entrada de estos bienes en Galicia, que rondan los tres millones de toneladas al año. La partida más importante es la de cereales, seguida de oleaginosas. Pero lo más llamativo, según el análisis de Flores, es que "estas cantidades proceden del tráfico de buques procedentes de países estranxeiros e coinciden de forma aproximada co volume de materias primas utilizadas polas industrias fabricantes de concentrados con destino ás diferentes especies gandeiras", que precisamente tienen una producción de tres millones de toneladas al año. El estudio, titulado Dependencia de materias primas das principais produccións gandeiras de Galiza, insiste en la vulnerabilidad del sector primario gallego precisamente debido a esta situación, en la que pocos reparan.

El del agro y las importaciones es un ejemplo, revelador. Hay unos cuantos más que ponen de relieve lo que se da en llamara economía de proximidad, antes opción y alternativa, ahora necesidad y casi obligación, a la vista de los colapsos logísticos y cascadas de incrementos de precios que nos deja la pandemia. Un seminario de la UIMP coordinado por el economista Marcelino Fernández Mallo abundó en todo esto durante esta semana en A Coruña.

Tanto el presidente del Consejo Económico y Social, Antón Costas, como Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, ambos de visita reciente en Galicia, optan por la prudencia, aluden a cuellos de botella para definir el trance actual en el transporte internacional y reducen a episodio casi pasajero esta andanada inflacionista. Suena a llamamiento a la calma desde dos instituciones que tienen tanta independencia como responsabilidad en el ruedo económico. De ahí los mensajes y el sosiego.

Cierto es que el mercado de futuros del gas, esa energía que España no tiene y que marca el precio de la electricidad en estos momentos, anticipa cierta vuelta a la normalidad en los precios en los próximos meses, pero que le pregunten a un transportista de As Pontes, a un ganadero de Vilalba o a un operario de una auxiliar de Alcoa en San Cibrao por algo tan básico como el recibo de la luz a fin de mes. Eso, para empezar. Y que sigan, por el mismo orden, con el precio del gasóleo, el coste de las materias primas o la venta de Alcoa, historia sin final.

Ahora que la inflación se instala en récords que no se recordaban desde 1992 nos podrán decir que la subyacente (no incorpora energía ni alimentos no elaborados) está controlada, pero de poco sirve ese consuelo a la hora de ir a comprar el pan o pagar la luz. Esto es como un precipicio. Pase lo que pase, el vértigo no nos lo quita nadie.

Juan Manuel Vieites. La patronal gallega celebra su unidad tras mil batallas

Esto es "consenso continuo". Ya en el estrado, justo antes de comenzar su discurso, Juan Manuel Vieites pronunció las palabras mágicas. "Da gusto vernos tan unidos a los empresarios". Cierre de filas el de ayer en torno al presidente de una irreconocible patronal, apenas nueve meses en el cargo, maestro de ceremonias ante el Rey en la conmemoración de los cuarenta años de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG). Solo un ex faltó. Todos los expresidentes acudieron a la cita convocada en el Gaiás, en un acto impensable hace nada. Vietes hasta estuvo paternal y pidió un aplauso para los empresarios gallegos: "Hoy os lo merecéis". Poder de convocatoria y unidad de acción. Poco más le falta.

Antonio Garamendi. Los mensajes del presidente de la CEOE en Santiago

A Antonio Garamendi se le ve mucho más suelto ante un auditorio que ante un micrófono. Y el viernes lo demostró el presidente de la CEOE en el cuarenta aniversario de la patronal gallega. También celebró la unidad, pero dejó buenos recados. Lástima que la vicepresidenta Díaz se perdiera el parlamento de Garamendi. El líder de la CEOE, que prefiere hablar de la España olvidada antes que de la la vaciada, fue rotundo al asegurar que "no todo va tan bien como nos cuentan". Fondos europeos, escalada inflacionista, tensiones en el mercado eléctrico... Para todo tuvo tiempo Garamendi en su intervención. Y un mensaje final: "Las patronales somos hijos de la democracia, no nietos de la guerra".

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