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Una crisis a medias

La dualidad de la industria en Galicia pasa por la convivencia de casos especialmente críticos con grupos líderes en sectores clásicos
Vista de Alúmina-Aluminio desde el Monte Castelo burelés. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Vista de Alúmina-Aluminio desde el Monte Castelo burelés. JOSÉ Mª ÁLVEZ

Dos preguntas para comenzar. ¿Por qué cuando hablamos del aluminio miramos siempre a San Cibrao y no a grandes clientes de Alcoa como son Cortizo, Extrugasa y Exlabesa, las tres gallegas y las tres multinacionales? ¿Y por qué cuando abordamos los retos de la economía circular siempre sacamos de la chistera los fondos Next Generation y no volvemos la vista atrás precisamente sobre el aluminio, metal que es paradigma del reciclaje? Y para resumirlo todo en un interrogante más: ¿hay una crisis industrial en toda regla en Galicia o una crisis de grandes y muy determinadas empresas, intensivas en mano de obra, en conflictos y hasta en madurez?

Viene todo esto a cuento porque con la que está cayendo, inflación disparada y una guerra en Europa tras dos años de covid, al Foro Económico de Galicia no se le ha ocurrido nada mejor que arrancar su reunión anual, en Muxía, analizando la industria gallega. Todo un acierto. Porque sus problemas estructurales no han hecho más que agravarse en estos momentos. Por tanto, doble dificultad en aquellos ámbitos en los que ya se detectaban debilidades en el que entendemos como sector secundario, en referencia clásica.

Si algo ha quedado claro a lo largo de horas debate es que "Galicia non é un páramo industrial", en palabras del director del laboratorio de ideas, el catedrático Santiago Lago Peñas. Con Fernando González Laxe, los analistas de coyuntura del Foro Económico presentaron en cierta medida dos realidades industriales que hasta cierto punto conviven. Veamos un caso. Si se repasan todos aquellos subsectores en los que Galicia supera a la media española, ya sea en cuanto a ingresos, inversiones, personal o sueldos, la conclusión es rotunda. Detrás de esas ramas sobresalientes, alimentación, vehículos a motor, confección, madera, metalurgia y reparación e instalación de maquinaria y equipos siempre hay un gran grupo. Uno o dos nombres propios a lo sumo. Ahí reside la virtud y el problema al mismo tiempo.

La Galicia industrial de los contrastes, que deja atrás, por ejemplo, el modelo de los clústeres y apuesta por completar cadenas de valor. Ese parece ser el camino. Sin embargo, también en esto avanzamos a trompicones. Sin ir más lejos, estamos en la antesala de un nuevo boom eólico, con cientos de nuevos megavatios en el horizonte, al tiempo que cierran dos plantas de componentes (Vestas, en Vieiro, y Gamesa, en As Somozas), de dos multinacionales, que sobre el papel abastecerían a un sector emergente en Galicia. Ni con esas. Y al fondo, de nuevo esas dos realidades.

En cierta medida, desde la propia patronal gallega se ha alimentado esa crisis con llamamientos a una urgente reindustrialización, haciendo "tabula rasa" y estableciendo pocas diferencias entre casos de éxitos y fracasos, sean empresas o sectores. Ese objetivo que comparten planes públicos y aspiraciones corporativas de que la industria llegue a representar el 20% del PIB en Galicia tiene cierta miga. Y se llama ‘outsorcing’.

Cada vez que una industria externaliza un departamento o un proceso y lo cede a otra compañía, un proveedor, sea de logística, consultoría o informática, está trasladando PIB y riqueza industrial, por decirlo de algún modo, al de servicios, aunque sea solo a efectos de estadísticas. Por tanto, ojo con marcarse esos objetivos cuando abordamos el peso relativo de la industria.

El debate organizado por el Foro Económico tenía un sugerente título: "A crise industrial de Galicia: mito ou realidade?". Y se plasmaron muchas realidades, cierto, pero siempre como una dualidad, como las que planteó González Laxe: se trata de un sector poco intensivo en tecnología y en conocimiento, como demostró; fuerte en determinadas conexiones sectoriales, muy clásico en sectores claves, caso del motor; con grupos muy vinculados a recursos naturales y emplazamientos de enclave.

Lo que se podría resumir como una crisis a medias es de alguna manera la de una industria que no logra pasar página, modelo que hunde sus raíces en el INI de un gallego, Juan Antonio Suanzes.

Sandra Ortega: segundo asalto que gana en el juzgado la dueña de Rosp

SE impone de momento el silencio de Sandra Ortega, primera fortuna femenina patria, frente al ruido de su ex número dos, José Leyte, en un lío con varios frentes que se dirime en los juzgados. De momento van dos asaltos y los dos los ha ganado la hija del fundador de Inditex. En el último, la Audiencia Provincial de A Coruña rechaza los recursos de Deutsche Bank, Abanca, Bankinter y Société Générale en los que pedían investigar a Sandra Ortega por el apoyo financiero de Rosp Corunna, su holding, a la hotelera Room Mate, en quiebra técnica y respaldada por José Leyte. Hasta 150 millones en créditos fallidos quiso la banca cargar a Sandra Ortega. Lo hacía, claro, para poder cobrar.

Dolores Dancausa: la nueva vida y negocio de Evo Banco con Bankinter

El proyecto de Evo Banco demuestra su solidez, ahora bajo el paraguas de Bankinter. La entidad presidida por María Dolores Dancausa presume de filial, tras cerrar la etapa de Enrique Tellado, de vuelta en Galicia. Y es que la antigua marca de Novagalicia cerró el mes de marzo rozando los 700.000 clientes, disparando la concesión de hipotecas y ganando unos cien clientes al día. Del lado del activo, su cartera de inversión crediticia se situaba al 31 de marzo de este año en 2.011 millones de euros, un 47% más que al cierre del mismo periodo de 2021. Evo ha cambiado de manos, cierto, pero el modelo creado desde Galicia en su día demuestra su viabilidad con nítida claridad y resultados. 

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